* Cuando somos fieles a nuestra conciencia, navegamos a favor del viento, pero a contracorriente de la sociedad, y eso tiene el precio de su hostilidad y de su desprecio y la satisfacción de hacer aquello que más nos llena.
* Cuando valoramos nuestra libertad pagamos el precio de no conseguir algunos deseos y tenemos la satisfacción de la propia libertad. Entre los deseos que no conseguimos está el de no sentirnos tan comprendidos, tan valorados y tan amados como nos gustaría, y eso nos duele.
* Cuando buscamos sabiduría, la que encontramos nos muestra la locura y la estupidez humana, y a nuestra compasión le duele ver las consecuencias dolorosas de esa locura y de esa estupidez, y para combatir ese dolor sólo nos queda la satisfacción de la sabiduría misma.
Frente a los precios las satisfacciones, unos premios que unas veces nos resultan suficientes y otras no. Podemos dejar de ser fieles a nuestra conciencia, podemos dejar de valorar nuestra libertad, podemos dejar de buscar la sabiduría. Pero si decidimos ser fieles a nosotros mismos y no abandonar estos tres aspectos de nuestra vida, nos encontraremos con una alternancia, con unas oleadas y unos ciclos de precios y de satisfacciones. Esto es inevitable, pero siempre estará la posibilidad de que lo aceptemos como algo natural, y esa aceptación nos traerá serenidad y armonía.
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