Había una vez un cernícalo que se hallaba disfrutando de su libertad serena. A él no esclavizaban ni le perturbaban los ruidos, las controversias, las ambiciones y los conflictos que captaba la antena en la que estaba posado.
Pero la insatisfacción y la frustración producen mucha agitación, y los pájaros agitados no pueden permitir que nadie disfrute de su serenidad, por eso interfieren y molestan.
Pero el cernícalo, en vez de usar sus garras y su pico de ave de presa para defenderse, recurre a la firmeza que toda libertad serena produce y permanece quieto en su sitio.
Finalmente, las molestas urracas se marchan y él vuelve a disfrutar de su libertad serena, en su luminosa soledad.
Y Colorín, colorado este cuento se ha acabado.
Pero para quien disfruta de su libertad serena, la vida tiene horizontes de armonía y liberación y caminos de plenitud, pese a las interferencias de los insatisfechos y frustrados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario