jueves, 29 de diciembre de 2016
EXTERIOR E INTERIOR
Nuestra mente, nuestro ego y nuestras emociones, son dualistas y una de las consecuencias de la visión dualista es ver el mundo, nítida e incluso radicalmente, dividido entre lo que existe en el exterior y el interior de nuestra piel.
Esta visión dualista se expresa también en la importancia que cada persona le da a esos dos mundos. Así, hay quienes piensan que todas las respuestas que merecen la pena, todas las satisfacciones, todos los placeres, y todas las soluciones a los problemas y al sufrimiento, están en el mundo externo a su piel, considerando que este mundo es imperfecto y que hay que cambiarlo o bien adaptarlo a sus deseos personales. Estas personas son conscientes de que tienen un mundo interior, pero piensan que ese mundo depende de lo que pasa fuera de su piel y de como se relacionan con lo externo, con lo cual no se dedican a cultivar ni a cambiar su mundo interior, a lo más que llegan es a cambiar de opinión sobre algunos aspectos del mundo externo.
Por otro lado, existen personas que piensan que todas las respuestas, todas las satisfacciones y todas las soluciones, están en su mundo interior. Así creen que han de transformar su mundo interior para que el mundo exterior no les cause dolor y no les robe su libertad. Estas personas dicen que mientras no se transforme el mundo interior del individuo no podrán solucionar ninguno de los problemas que afligen al individuo y al conjunto de la sociedad, y debido a esto actúan muy poco en el mundo de las relaciones sociales y políticas.
Tanto quien se centra en lo exterior como quien se centra en lo interior, tienen una visión parcial e incompleta de la realidad exterior y de sí mismos.
Las personas que todo lo centran en el exterior están atados a lo que creen que tienen que hacer para cambiar lo externo, y además, siempre que actúan causan algún grado de destrucción o de daño a los demás. Junto a esto está la insatisfacción y la frustración, pues pocas veces consiguen que el mundo exterior les guste, y por último, dejan descuidado su mundo interior.
Las personas que se centran en su interior muchas veces se atan a lo que creen que tienen que hacer para transformar ese mundo, y además, en la mayoría de las situaciones de su vida no pueden escapar a las perturbaciones, al dolor y a la opresión que les produce el mundo exterior, y no pueden evitar que el mundo exterior y los demás sean como son. Por otra parte, aprenden muy poco de lo que existe fuera de sí mismos, con lo cual el conocimiento que necesitan para su vida siempre es incompleto, sobre todo cuando prestan poca atención a la Naturaleza.
Entre estas dos visiones dualistas está el hecho de que tanto lo que existe fuera como debajo de nuestra piel, todo ello está compuesto de la misma materia, energía y esencia y regido por las mismas leyes, y esas leyes son las que rigen al conjunto del Universo, pues sólo existe un mundo.
Así, de lo que se trata es de orientar nuestra vida hacia el horizonte de intentar superar este dualismo para podernos ver a nosotros mismos con una parte indiferenciada del todo, es decir, fundidos con el todo.
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