Los demás nos pueden enseñar muchas cosas y ayudarnos de muchas maneras, pero siempre serán un reflejo de lo que son ellos, de sus sentimientos hacia nosotros, y serán una manifestación de sus capacidades, y con frecuencia también serán una manifestación de lo que a ellos interese enseñarnos y ayudarnos.
Se han dicho muchas cosas sobre las enseñanzas y las ayudas relacionadas con precios, con condiciones, con dependencias, pero hay un aspecto de las enseñanzas y de las ayudas que recibimos de los demás al que pocas veces tenemos en cuenta: Se trata de las consecuencias que tendrá para nosotros el hecho de en qué y para qué utilizamos esas enseñanzas y esas ayudas.
Cuando somos nosotros los que enseñamos y ayudamos, se trata de ser conscientes de las razones por las que lo hacemos, de ser conscientes de como y para qué usamos nuestras enseñanzas y ayudas, y también de ser conscientes de las consecuencias que tendrán nuestras enseñanzas y ayudas para los demás.
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Cuando nadie nos enseña, aprendemos por nuetra cuenta, o permanecemos ignorantes.
Cuando nadie nos ayuda, unas veces sufrimos, a veces corremos graves peligros, y otras veces aprendemos a ser autosuficientes.
Cuando no enseñamos ni ayudamos, los demás se encuentran en las mismas situaciones.
Pero siempre surgen los sentimientos amorosos y compasivos, los valores morales, las leyes, las culpas y las justificaciones, aunque todo ésto muchas veces no es suficiente para conseguir lo que se pretende.
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