jueves, 18 de julio de 2019

POR LA SENDA ESPIRITUAL


  La vida.- Nos hace regalos, cuando estos regalos no nos resultan suficientes caemos presos de los deseos de conseguir otras cosas, pero por cada una de esas cosas pagamos un precio en dolor y provocamos un grado de destrucción y de desarmonía. Sin embargo, todo esto es una senda que contiene señales, mapas y brújulas, todo lo cual sólo descubrimos a medida que caminamos. 



   Insatisfacción.- Cuando no estamos bajo los efectos placenteros de algo conseguido o poseído y cuando no estamos en armonía, estamos insatisfechos. La insatisfacción, junto con el impulso de unión con el Tao, con lo Divino, son los motores de toda senda espiritual, lo demás son atajos falsos, o espejismos mágicos y religiosos.


  Sencillez.- Nos trae la libertad. Pero hay quien sacrifica su libertad en nombre de los placeres y de las satisfacciones que le produce la consecución de sus deseos y después no sabe ver la relación que existe entre su sufrimiento y sus placeres y satisfacciones. Esta es la gran ceguera y la gran contradicción del Hombre actual. 


  Soledad.- La libertad plena sólo es posible en soledad. Sólo la soledad aceptada nos trae la serenidad. sólo la serenidad nos da la sabiduría que necesitamos para la armonía y para la liberación. 


   El amor.- Todos llevamos dentro el Amor del Tao, de lo Divino, es el amor por todas las cosas, es la compasión por los seres vivos. No podemos sentirlo a voluntad y sólo emerge libre y pleno en los momentos de libertad y de armonía. Los otros tipos de amor son deseos y emociones, y también moralidades religiosas o éticas filosóficas.


  Compartir.- La libertad cultiva y desarrolla lo que llevamos dentro, el deseo de sentirnos amados y el amor que sentimos nos lleva a compartir. Compartir es plenitud, al compartir enseñamos y aprendemos, y así, al amor se le suma la sabiduría. 


  Plenitud.- La del sol al mediodía, la de la abeja en la flor, la del fruto maduro en el árbol, la de la semilla en la Madre Tierra. La plenitud es la armonía de la conciencia que vuela y que danza con el junco en el agua, con el viento en la rama, con el águila en la montaña. 


  Con los pies en la Madre Tierra.- Tras el vuelo de la plenitud nos posamos con los pies en la Madre Tierra, y así, vuelve la vida ordinaria, vuelven los regalos de la vida y las insuficiencias, vuelven las búsquedas de la satisfacciones, y vuelven todas las posibilidades que laten en nuestra conciencia. El ciclo y la senda siguen y se renuevan. 

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