martes, 23 de julio de 2019

DETRÁS DE LOS DUALISMOS


      Una de las posibles listas de dualismos de nuestra sociedad respecto al Ser Humano podría ser la siguiente: 

               Fuertes y débiles,
               duros y blandos,
               poderosos y sometidos,
               morales e inmorales,
               generosos y egoístas,
               tolerantes e intolerantes, 
               flexibles y rígidos,
               inteligentes y tontos,
               cuerdos y locos,
               amorosos y crueles,
               humildes y arrogantes...

      Todos estos y muchos otros prototipos humanos de nuestra sociedad NO son innatos a la Naturaleza Humana, por mucho que podamos hallarlos desde el pasado más antiguo que conocemos, son sólo actitudes, comportamientos y creencias efímeras y cambiantes en el individuo. A todos ellos les ponen nombres y cualidades las creencias dominantes de la sociedad, y al hacerlo es como si estuvieran creando algo sólido, inmutable, real y tangible.

   Pero quien pone nombres y otorga cualidades es una sociedad que niega al Hombre su verdadera esencia, su Naturaleza Divina, y la substituye por una visión centrada en las visiones del ego y de las emociones, así como en creencias mágicas, religiosas, teológicas, filosóficas, científicas, morales y culturales, donde la conciencia sólo es vista como moralidad y como cualidad psicológica, y donde  la sabiduría es sólo vista como conocimiento racional de una mente que sólo ve la superficie y la apariencia de las cosas aunque se ayude de todos los conocimientos que la permite la ciencia.

   Que todos estos nombres de los prototipos humanos dualistas y todas estas cualidades creadas por la sociedad no representan la verdadera Naturaleza Humana, nos lo muestra la existencia de quienes nunca se han guiado por los valores dominantes de su sociedad y al mismo tiempo nos han ofrecido alternativas armónicas y liberadoras, alternativas basadas solamente en su sabiduría y en su impulso de Unión con lo Divino, de una Divinidad, de un Tao, que no se manifiesta a través de su lucha contra el Mal, ni en pro del Bien, ni tampoco a través de profetas ni de enviados especiales, ni de santos, ni de héroes salvadores, sino a través de todos los aspectos del Universo, del la Naturaleza, y de lo más hondo de la conciencia humana.... Y resplandece con luz propia cada amanecer.   


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