Los valores dominantes de nuestra sociedad son todos ellos "realistas", "prácticos", "útiles", lo cual implica reprimir una parte importante del individuo, y también implica un fuerte desprecio por los ideales y las utopías, e incluso puede llevar a perseguirlos.
De esta manera, nuestra sociedad actual deja al idealista y al utópico, sin ninguna posibilidad de vivir libremente de acuerdo con lo más elevado de su conciencia, lo cual obliga al idealista a reservar sus ideales para su vida privada.
Por otro lado, nuestra sociedad substituye los ideales más elevados de la conciencia humana por la esperanza de alcanzar la felicidad, por esperanzas de poder alcanzar el éxito social o profesional, por creencias que no contienen capacidad alguna para transformar la sociedad, o bien por creencias fanáticas, y sobre todo, por toda una gran variedad de placeres materiales y placeres banales.
Todo esto son espejismos, sucedáneos, placebos, ilusiones... con lo cual nunca satisfacen tampoco a las personas "realistas" ni a las buscadoras de la felicidad o de cualquier tipo de placeres. Y así, se produce la frustración, se perpetúa la insatisfacción, y nadie sabe ver cuales son las verdaderas causas. Así, se buscan causan donde no existen pues nadie entra a analizar ni a cuestionarse la realidad de los valores dominantes, y por lo tanto, nunca aparecen las soluciones.
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