viernes, 9 de marzo de 2018

LA VISIÓN DOMINANTE SOBRE EL EGO



    Esta visión dice que el ego es nuestra verdadera identidad, nuestra verdadera naturaleza. Y esto es lógico y normal, pues en una sociedad centrada en la consecución de los deseos, no podía ser de otra manera, ya que quien puede conseguir los deseos es el ego. 

   Sin embargo, el ego no tiene buena prensa. Así, de ego nacen palabras como egoísta, egocéntrico y ególatra, y también se le asignan conceptos como vanidoso, presuntuoso, engreído, es decir, una larga lista de calificativos negativos. Esto muestra que nuestra sociedad es hipócrita o contradictoria.

  Se estimula al ego a ser fuerte y ganador, y se premia públicamente a los egos que consiguen triunfar, destacar, ser importantes, pero a la vez ya hemos visto la cantidad de calificativos negativos que se atribuyen al ego. Mucha gente admira públicamente al ego ganador, y a la vez y privadamente, algunos de estos admiradores y otra mucha gente le envidian o le odian.

   Nuestra sociedad estimula la existencia de egos fuertes y ganadores, pero a la vez quiere egos dóciles, humildes y benefactores y yo me pregunto ¿Es posible que todas cualidades positivas que se les exigen a los egos fuertes puedan darse en algún individuo sin ninguna de las cualidades que se consideran negativas?

   Así, detrás de quienes tienen éxito y aparentan humildad, bondad y generosidad, en la mayoría de los casos existe una máscara de hipocresía, y en cuanto a quienes les admiran, muchísimas veces tienen una incapacidad para ser autosuficientes, de tal manera que esperan la ayuda de los egos fuertes, o incluso les encargan que les resuelvan sus problemas, y además les piden que sean humildes, que no abusen de su poder, que sean generosos. Y así se establecen unos fuertes lazos de dependencia mutua, donde los egos fuertes acusan a los débiles de exigencias egoístas y cobardes, así como de envidia, y los débiles a los fuertes de arrogancia y de abuso de poder. 

   Teniendo en cuenta esta compleja y contradictoria dinámica, no sólo tenemos las consecuencias que acabamos de ver, sino que resulta muy difíciles que se pueda desarrollar la espiritualidad, pues los avances espirituales requieren substituir a los egos fuertes y triunfadores por unas actitudes que nos permitan ir apagando al ego, actitudes que también requieren que seamos autosuficientes para no depender de nadie. Sólo esta actitud nos puede liberar de las trampas, de las hipocresías y contradicciones que nos crea la visión que nuestra sociedad tiene del ego. 

   Un ego libre puede ser arrogante, pero escapa a las trampas de la sociedad y está poniendo las bases para irse apagando: La libertad es una soledad autosuficiente, y quien tiene lo que necesita, no necesita un ego fuerte para conseguir sus deseos, y así se va apagando. 

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