sábado, 24 de marzo de 2018
LA VERDAD: BUSCARLA, RECONOCERLA Y ACEPTARLA
Es imposible conocer la verdad última de las cosas, pero sí que existe la posibilidad de conocer la verdad de los aspectos que determinan nuestra vida, y que nos liberan del sufrimiento y que nos permiten vivir en armonía con nosotros mismos y con el Universo.
Hay quien sólo busca la verdad con el único objetivo de conseguir sus deseos, ya sean de las cosas materiales que necesita para vivir de todo lo demás que necesita para su supervivencia, o ya sea de cosas que realmente no necesita.
Cuando un buscador conoce una verdad tiene que ser capaz de reconocerla y de aceptarla.
¿Qué le impide al buscador reconocer la verdad?
Solamente dos cosas: Sus deseos y sus creencias, pues ambas cosas hacen que sólo vea aquello que quiere ver, o que vea las cosas de forma distorsionada.
¿Qué le impide aceptarla? Una sola cosa: Todos o cada uno de sus miedos.
Quien no reconoce o no acepta la verdad, la substituye por verdades falsas en forma de creencias y así su vida estará dominada por la imposibilidad de conocer la verdad, por los problemas y por más dolor que placer.
Quien busca la verdad que nos resulte posible conocer para así seguir un camino espiritual de armonía y de liberación, sólo puede hallar la verdad a través de la experiencia directa de su propio interior, del Universo y de la Naturaleza. Esta verdad nunca podemos hallarla en las creencias sabias de los demás, aunque sí en sus actitudes y comportamientos. Cuando la encuentra también tiene que ser capaz de reconocerla y de aceptarla.
¿Qué nos impide reconocerla? A veces la buscamos en lo más profundo de nosotros mismos, de las cosas, de como se relacionan estas cosas entre sí, y de su flujo natural. Todo esto significa diversos esfuerzos, diversas comprensiones, y todo esto a veces no tiene éxito. Sin que tengamos que realizar la búsqueda anterior, la verdad se nos muestra a cada instante en la Naturaleza. Pero la pregunta sigue en pie:
¿Qué nos impide reconocerla? Sólo dos cosas: Nuestras creencias y la insuficiencia del desarrollo de nuestra conciencia.
Nuestras creencias siempre tienen un alto grado de rigidez y nunca se abren completamente a lo que la realidad nos muestra, además distorsionan la percepción directa que tenemos de las verdades que encontramos y de la sabiduría que nos muestran los demás.
Nuestro nivel de conciencia hace que seamos más o menos conscientes de las dificultades que nuestras creencias y nuestro ego nos presentan a la hora de conocer la verdad.
¿Qué nos impide aceptarla? La respuesta hay que buscarla en nuestros egos y en nuestros miedos. Nuestro ego se aferra a sus creencias, a sus deseos y a sus miedos, y ase abre poco a la verdad que nos muestra el Universo, la Naturaleza y la sabiduría de los demás.
Nuestro ego quiere tener razón y se resiste a ceder ante las visiones sabias pero diferentes de los demás, y aquí también substituimos la verdad que no aceptamos por creencias, y aquí también esas creencias harán que nuestra vida esté dominada por la imposibilidad de conocer esa verdad que nos resulta posible conocer, por los problemas, por más dolor que plenitud, y por más agitación que serenidad.
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