lunes, 8 de enero de 2018
TENEMOS UNA VISIÓN DUALISTA
Todas las cosas y todos los aspectos de la realidad los catalogamos y los diferenciamos con conceptos dualistas como bueno o malo, positivo o negativo, mejor o peor, placentero o doloroso, superior o inferior, etc.
Saber distinguir que una planta es comestible o que es venenosa nos puede salvar la vida y además permitir que nos alimentemos, y lo mismo ocurre cuando distinguimos entre un animal peligroso y un animal que puede ser nuestra presa, y podríamos poner otros ejemplos relacionados con los fenómenos naturales, tales como el clima. Esta visión dualista nos sirve para la supervivencia, y de hecho seguramente es el mejor mecanismo para ella debido a que todavía no somos capaces de vivir en armonía con la Naturaleza.
Sin embargo, esta visión dualista no sirve para explicarnos la realidad última de las cosas, una realidad que no es dual, sino que todo está formado por la misma materia y energía, por la misma esencia y regido por las mismas leyes, las cuales son universales y eternas. También podríamos decir que la realidad última de las cosas es un Todo formado por las diferentes relaciones entre sus partes.
Sin embargo, todos los conceptos y creencias de la cultura occidental (con la única excepción del misticismo) están dominados por el dualismo, un dualismo que además se ve reforzado por férreas creencias de que se ha de dominar o controlar a la Naturaleza y también el comportamiento de los demás, y el nuestro propio, como el único medio para conseguir lo que deseamos, creyendo que así conseguiremos liberarnos del dolor y alcanzar la felicidad o la salvación.
No podemos evitar tener una mente dualista, sólo escapan a ella aquellos que alcanzan la iluminación, la liberación, la armonía. Pero una cosa es no poder evitar tener esta mente, y otra es creer que la visión dualista es la única visión acertada de la realidad como nos dicen las filosofías, las moralidades, y las religiones que han impuesto su hegemonía al Oeste de La India y de China, es cierto que en Oriente el dualismo también domina la mente de la mayoría de la gente, pero no está en la base de sus tradiciones espirituales ni de su sabiduría profunda, que en estas domina el no-dualismo.
El dualismo nos lleva a la búsqueda de poder y de control sobre todo, a la esclavitud respecto de los deseos, a los conflictos y a todas sus consecuencias destructivas y dolorosas. Creer que la realidad última no es dualista sino un Todo, nos lleva a orientar nuestra vida y a poner nuestras energías en la vida sencilla, en la libertad interior, en permitir que las cosas fluyan naturalmente, en buscar la sabiduría, la elevación y la profundización de nuestra conciencia.
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