sábado, 6 de enero de 2018

SOMOS UN CUERPO


  En lo relativo a nuestro cuerpo, somos un animal mamífero cuyos parientes más cercanos son los monos. Esto lo sabemos todos, pero ¿somos realmente conscientes de ello? Yo creo que somos poco conscientes de este hecho y que nos identificamos con nuestro cerebro, con nuestras emociones, con nuestros deseos, con nuestras creencias y con nuestros valores morales, es decir, nos identificamos con esas partes que consideramos "nobles", y no queremos saber nada de esas partes a las que consideramos "innobles", o animales. Y aquí tenemos otro ejemplo de como vivimos divorciados de nosotros mismos.

    Cada uno de nosotros tiene un cuerpo con características diferenciadas, con características propias. Así, tenemos unos órganos, una estatura, una musculatura, somos más gordos o más delgados, más rápidos o más lentos, más ágiles o más torpes, tenemos más o menos energía, y tenemos un estado de salud variable, tenemos una edad. 

    Estas características de nuestro cuerpo influyen sobre nuestros pensamientos, sobre nuestras emociones, sobre nuestros deseos y sobre nuestras creencias. Sin embargo, yo creo que pocas veces nos hemos dedicado a ver cuales son estas influencias y como funcionan, pues en realidad vemos a nuestro cuerpo solamente como un soporte, como un vehículo que usamos para viajar, o bien como un medio para sentir placeres.

   El conjunto de nuestro cuerpo nota toda la información que le mandan los sentidos, nota la forma en la que el cerebro procesa esa información, nota el frío y el calor, los cielos azules y nubosos, la lluvia, el viento, las puestas y las salidas del sol, al sol en su cenit, al mar con sus olas y sus calmas, con su horizonte y sus playas, a la luna, a las estrellas, etc, etc. Todo esto son muchas cosas como para que nuestra mente sea consciente de ellas, pero nuestro cuerpo las nota, y eso influye sobre nuestros pensamientos, emociones, creencias y actos. 

   Somos un cuerpo y a la vez tenemos un espíritu y una conciencia, y ambos mantienen una relación muy estrecha con nuestra conciencia, tan estrecha que en realidad el cuerpo, el espíritu y la conciencia, son Uno, y ese Uno es Naturaleza, es Universo, es Divinidad. 

   Y nuestro cuerpo siente dolor, enferma, envejece, y esto culmina con la inevitable llegada de la muerte. El hecho de la muerte se convierte en el aspecto que más pesa en nuestras vidas, y a pesar de ello,  pocas veces somos conscientes de ello, pues dedicamos nuestra atención a conseguir nuestros deseos placenteros, unos deseos que, aunque no seamos conscientes de ello, están destinados siempre a evitar que nuestro cuerpo sienta dolor y que un día muera. Nuestra mente sabe que el cuerpo ha de morir, pero seguimos actuando como si fuera posible evitar la muerte. 

   Aquí se da la mayor contradicción humana, la más difícil de resolver debido a la insuficiencia de la evolución de nuestra conciencia. Por un lado, lo natural es mantener vivo a nuestro cuerpo el mayor tiempo posible, por el otro la muerte del cuerpo es también natural e inevitable. Así, todo lo que hacemos para conseguir mantener vivo a nuestro cuerpo se convierte en el principal obstáculo para aceptar la natural llegada de la muerte. 

   

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