miércoles, 8 de agosto de 2018

CONFLICTOS, DOLOR Y LIBERTAD


  Los conflictos.

   Todo conflicto es un choque de deseos entre varias personas o en el interior des una persona, porque son hijos de los deseos, los conflictos nos restan libertad. La mayor parte de las personas no son conscientes de esto y, en vez de ver los conflictos en su desnudez de deseos enfrentados, los disfrazan y los confunden con conceptos morales y con conceptos sobre todo tipo de derechos. El conflicto siempre se le achaca al otro, a su ambición, a su falta de escrúpulos morales, a su maldad, y así no puede verse que la raíz del conflicto está oculta en el deseo, y al no verse la raíz, no puede arrancarse, y así los conflictos se perpetúan pese a todas las recetas que se aplican para su resolución.

   Nuestra sociedad es muy compleja y muy fraccionada, y cuanta mayor es la complejidad y mayor es el número de las fracciones, mayor es la posibilidad de que surjan conflictos, así como la complejidad de estos conflictos.

  Mientras haya deseos habrá conflictos, cuando reducimos los deseos se reducen los conflictos, cuando reducimos la complejidad de nuestros deseos y de nuestra forma de vivir, también se reducen los conflictos. Aunque la actitud más sabia es reducir los deseos y simplificar la propia vida, a veces habrá alguien que representará un peligro para nuestra manera sencilla y libre de vivir, y tendremos que defendernos, pues de lo contrario se sentirá más fuerte y abusará más de nosotros.

   Nuestros conflictos internos, al basarse en un choque entre dos deseos se rigen por la misma dinámica que el resto de los conflictos y tienen las mismas causas. Un conflicto interno o externo se puede solucionar renunciado a un deseo, sin embargo, no confundamos nunca la renuncia a un deseo con habernos liberado de él. Una renuncia es una represión, una frustración, y por eso, en cualquier otro momento el deseo reaparecerá, y puede que lo haga con más fuerza. Liberarse de un deseo no es algo que podamos hacer a voluntad, es algo que sucede como consecuencia de una comprensión profunda sobre como actúan los deseos en nuestro interior, y eso requiere tiempo, y si llega, llegará cuando llegue su tiempo.   



   El dolor.

     Cualquier tipo de dolor es un mecanismo con el que nos ha dotado la evolución para evitar los peligros, y también nos avisa de nuestros errores. Si comprendemos esto entenderemos que el dolor es una energía que nos impulsa a cambiar de actitud, a adoptar actitudes sabias y armónicas, actitudes que son las únicas capaces de evitar el sufrimiento. En cuanto al sufrimiento, es un dolor prolongado en el tiempo, un dolor que no hemos aprendido a aceptar.

   Cuando el dolor está producido por causas naturales existe la posibilidad de evitarlo, de acabar con sus causas, o de huir. Cuando esto no nos resulta posible aparece el sufrimiento, y entonces desaparece nuestra libertad, pues nos dedicamos exclusivamente a buscar alivios.

   Frente a este sufrimiento la verdadera solución es aceptarlo, aunque su aceptación es la aceptación más difícil de todas, pues no solamente exige la capacidad de soportar el dolor, sino que en medio de ese dolor seamos capaces de alcanzar la comprensión profunda de que es natural, pues sólo esa comprensión nos permitirá soportar el dolor y dejar de sufrir, y al dejar de sufrir conseguiremos la liberación. Claro que siempre está en nuestro camino la posibilidad de alcanzar esta comprensión profunda sobre el dolor y sobre el sufrimiento antes de que suframos un dolor natural del que no podamos escapar. 

   El dolor más habitual es el que nos producen los conflictos que tenemos con otras personas, sobre todo cuando estas personas son cercanas emocionalmente a nosotros. Es un dolor emocional, pero al igual que el dolor físico, tiene la capacidad para que nos apartemos de las situaciones conflictivas o para que huyamos de ellas. No siempre podremos conseguir esto, y entonces tendremos que afrontarlo, que soportarlo, y no digo aceptarlo porque no se trata de un dolor natural, sino de un dolor producido por nuestros errores y por nuestra incapacidad para vivir sin conflictos con los demás. 

   Pero evitar nuestros errores y ser capaces de vivir sin conflictos es algo que no está al alcance de nuestra mente, ni de nuestra voluntad, ni de nuestros valores morales, ni de nuestras creencias, esto es algo que sólo podremos conseguir con nuestro camino y con el tiempo, y si viene, vendrá cuando llegue su tiempo.  





   El dolor y el sufrimiento son fundamentales en nuestras vidas. Todo el devenir de nuestras vidas depende de cual sea la actitud que tomemos ante ellos. 

  La primera reacción es buscar placeres, lo cual nos esclaviza a todo lo que tenemos que hacer para conseguirlos, y además muchas veces esa búsqueda es causa de dolor y una de las dos causas de nuestro sufrimiento. 

  La segunda reacción es intentar controlar lo que nos rodea con el objetivo de evitar la llegada del dolor, ese intento de control también nos esclaviza, pues lo hacemos intentando conseguir aquellos deseos que no necesitamos para nuestra supervivencia, y este intento de control es causa de dolor y la otra causa de nuestro sufrimiento.

   Otras veces intentamos liberarnos del dolor y del sufrimiento mediante creencias que nos ofrecen la salvación eterna en paraísos situados en diferentes cielos, o que nos ofrecen mundos ideales en la Tierra, pero todas estas creencias crean conflictos con otras creencias y entre ellas mismas, y al dictarnos las normas de conducta e imponernos sus conceptos sobre que es la verdad y que es la mentira, nos impiden encontrar la liberación y la armonía mediante la libertad de seguir nuestro propio camino. 


   Pero el dolor tiene otras consecuencias para nuestras vidas: Nos impulsa a buscar sabidurías liberadoras y armónicas. 

   El camino que escojamos frente al dolor y al sufrimiento lo escoge nuestra libertad interior, es decir, lo escoge nuestra conciencia. Según como lo caminemos así será nuestra vida. 


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