El hecho de que la gran mayoría de las personas consideren que lo más importante de sus vidas es conseguir aquello que desean, hacen que pongan toda su energía, su tiempo y su inteligencia al servicio de ese objetivo. De esta manera, la gran mayoría de las personas se quedan sin energía y sin tiempo para elevar su conciencia y, además, la gran mayoría no tiene ninguna intención de elevar su conciencia.
Esta actitud provoca todos los conflictos, todos los problemas, todas las frustraciones, todas las insatisfacciones y todo el sufrimiento que existe. Para librarse de esto, la gran mayoría de las personas recurre únicamente a los placeres y a las satisfacciones que les proporciona la consecución de sus deseos, de tal manera que se crea una espiral de sufrimiento y de esclavitud a los deseos.
Ante el sufrimiento humano, a lo largo de la historia han existido personas que han propuesto soluciones para acabar con él. Estas soluciones han sido muy variadas, la gran mayoría se han visto desprestigiadas u olvidadas porque, en su momento o en la actualidad, la mayoría de la gente han creído que no funcionaban, y las propuestas que todavía conservan cierto prestigio no están acabando con los problemas de la Humanidad.
La cuestión no es tanto los posibles fallos o incapacidades que esas propuestas de solución puedan contener, la cuestión radica en que todas esas propuestas de solución requieren que la gran mayoría de las personas eleve su conciencia, pero esa conciencia se eleva muy lentamente pues la gran mayoría de las personas pone toda su energía en conseguir sus deseos.
De todas maneras, las conciencias se ha ido elevando a lo largo de la historia. Puede que haya muchas causas, pero yo creo que la principal consiste en que cuando la frustración, la insatisfacción y el sufrimiento son altos, muchas de las personas que los padecen buscan una salida a ese sufrimiento, una salida que no pasa por conseguir placeres o satisfacciones.
Presente,
¿Futuro?
¿Hay alguna relación entre la conciencia
y la inteligencia?
La inteligencia nos permite conseguir lo que deseamos, pero nos hace prisioneros de los medios que utilizamos para conseguir nuestros deseos y de las consecuencias de alcanzarlos.
Sólo la conciencia nos permite saber lo que somos y lo que necesitamos, mostrándonos el camino de la liberación.
Tomar conciencia de la Madre Tierra,
y del Padre Sol,
que la ilumina, la calienta,
y en sus hijos se refleja.
Lo que todo nos lo muestra,
es lo que menos
tenemos en cuenta.
La única que puede percibir con claridad lo interno y lo que nos rodea.
La que podemos escuchar cuando estamos serenos.
La que nos muestra nuestro horizonte y los obstáculos de nuestro camino.
La que busca la armonía con nuestra esencia y con el fluir natural del Universo.
La que aspira a la liberación.
La que tiene que escapar de la prisión de los deseos, del ego, de las creencias y de las agitaciones.
La que lleva semillas dentro y deja que el viento las esparza.
Inocentes,
como el amor sin preceptos.
Amar, porque es lo natural,
amar, sólo por el gozo de amar.
Las mariposas lo saben,
los hombres....
¿Lo aprenderán?
La Naturaleza se rige por la naturalidad y por la espontaneidad, esa es su inocencia, la cual siempre es fértil.
En la sociedad humana, la naturalidad y la espontaneidad mueren a manos de los deseos, de la inteligencia, de las creencias y de la moralidad.
Las creaciones de los deseos, de la inteligencia, de las creencias y de la moralidad son todos los aspectos de la sociedad en la que vivimos, esa sociedad donde la inocencia es vista como estupidez, como ingenuidad y como infantilismo, eso sí, la inocencia es hipócritamente vestida con el disfraz de un alto valor moral, y recibe las mismas simpatías paternalistas, o las mismas burlas, que recibe todo aquello a lo que se considera inofensivo, inferior o ingenuo.
La nuestra es una sociedad centrada en el logro de los deseos, y por lo tanto, no hay lugar para la inocencia, pues se cree que la inocencia es totalmente inútil para ese propósito, de ahí el desprecio hacia ella.
La consecución de los deseos lleva a intentar dominar a la Naturaleza, intento que produce destrucción medioambiental y desprecio por esa inocencia que consiste en la búsqueda de la armonía con el natural fluir de las cosas.
El significado,
la importancia
y las reflexiones,
con cosa de cada cual.
Cada uno de nosotros somos gotas de agua en un río. Un río de apariencia cambiante, con sus rápidos, sus cascadas, sus aguas tranquilas, su recto y sereno discurrir, sus meandros, sus charcos. Un río interminable, un río en cuyo mar se crean las nubes que, con su lluvia, alimentan a las fuentes de ese mismo río.
Unas veces la corriente nos arrastra, otras veces nuestro nivel de conciencia nos permite escoger la parte del río en la que queremos seguir nuestro fluir. Cada uno de nuestros actos, cada una de nuestras creencias, cada una de las energías que desprendemos influyen sobre las otras gotas, pero el río sigue siempre su propio curso. Esa es su naturaleza.
Esto le ha ocurrido por volar.
¿Qué le hubiera ocurrido si no hubiera volado?
La vida espiritual es conocimiento interior, transformación interior, mundo interior, libertad interior. Estas interioridades requieren soledad.
La persona espiritual no suele tener suficiente con su espiritualidad y se encuentra con que necesita sentirse amada, lo cual le lleva a buscar compañía: La de una pareja, la de unos amigos, la de unas personas afines a él con las que compartir su visión del mundo. Si bien la compañía de estas personas a veces es motivo de intensas o profundas satisfacciones, otras veces le produce agitación o dolor emocional debido a que las relaciones con los demás pueden ser tensas o conflictivas.
La persona espiritual tiene un ego y es compasiva. Su ego le lleva a sentirse frustrada cuando ve la poca espiritualidad que existe en nuestra sociedad. La compasión le produce tristeza y dolor cuando ve el sufrimiento y los conflictos que las creencias no espirituales producen en nuestra sociedad.
La conciencia de las personas está en evolución, y esa evolución no puede forzarse con razonamientos de ningún tipo, tampoco puede forzarse predicando la espiritualidad, ni tampoco con ejemplos del propio comportamiento o actitud. La persona espiritual sólo tiene el poder de elevar su propia conciencia, y para ello, entre las cosas que necesita está el aprender a aceptar su soledad transformándola en serena libertad, y el aprender a aceptar que las cosas son como son, que todo sigue su curso, y que ese curso no puede ser alterado.
La persona espiritual no puede dejar de serlo, pero en este hecho encuentra unas satisfacciones que le dan la energía suficiente para seguir con el rumbo de su vida. En la vida espiritual no hay atajos fáciles, ni medios o recetas mejores o más eficaces, sólo existe el horizonte y el camino, y tantas formas de andarlo como personas. Desatemos interiormente los lazos que nos atan a los valores y creencias no espirituales de nuestra sociedad, disfrutemos del camino, de las flores y regalos que la vida nos va ofreciendo, lo que venga después ya se verá.
Pero...
¿Qué es lo normal?
¿Es lo mismo que lo natural?
Bueno, malo, bello, feo, lógico, razonable, positivo, negativo, normal...
¿Qué lugar ocupa el flujo natural de las cosas?
¿Qué lugar ocupa la aceptación del flujo natural de las cosas y la armonía con ellas?
FLOR
MARIPOSA
FLOR CON MARIPOSA, o mariposa posada en una flor.
En los tres casos la foto es la misma, pero en función de nuestras creencias vemos más destacado un aspecto u otro, e incluso puede que sólo reparemos en la flor o sólo reparemos en la mariposa.
Cuando usamos la razón vemos que se trata de una flor en la que está posada una mariposa, sin embargo, en esta foto no vemos en qué lugar se hallan la flor y la mariposa, y entonces tendemos a imaginarlo, y cada cual se imagina un lugar diferente.
MARIPOSA AZUL EN FONDO ROJO
Aquí nos encontramos ante una mentira o ante una visión distorsionada.
Es necesario hacer una reflexión sobre por qué los mentirosos consiguen seguidores, cuando para quienes no les siguen resulta obvio y cierto que están mintiendo.
En cuanto a las visiones distorsionadas, toda foto y toda imagen lo es, y con determinados programas informáticos se puede convertir esta última foto en una mariposa azul en un fondo rojo. Por otro lado, es muy frecuente que veamos distorsionado cualquier aspecto de la realidad que vemos con nuestros ojos o que capta cualquier otro de nuestros sentidos.
Desde los comienzos del arte en la prehistoria comenzaron las distorsiones, y esto dió un salto enorme con la aparición de la fotografía y del cine, y hoy día esas técnicas han avanzado muchísimo, y cada día vemos miles de imágenes distorsionadas, y escuchamos a políticos y a otras personas vender ilusiones y esperanzas falsas a través de distorsionar la realidad.
A nuestros sentidos y a nuestra mente le resulta imposible captar la realidad en su totalidad, pero sí que tenemos la capacidad de que aquello que captamos podamos verlo como un todo y relacionar adecuadamente todas sus partes. Pero para ello necesitamos liberarnos de nuestras creencias.
Después de los tropiezos iniciales
aparece el horizonte y el camino
de la vida y de la conciencia.
Todo es movimiento
y cambio,
por eso,
el que no sube, baja.
Arriba y abajo,
la escalera nunca acaba.
Ante las diferentes situaciones peligrosas o dolorosas, hay diferentes estrategias:
* Luchar.
* Huir.
* Resignarse.
* Unirse al enemigo o rendirse a él.
* Aceptar las situaciones como parte del flujo natural de las cosas.
* Dar la espalda.
Dar la espalda no es bien visto por casi nadie, pero dar la espalda es empezar a desapegarse, es no quedar prisionero de una situación, es, sobre todo, comenzar a liberarse, pues al dar la espalda a algo tenemos la opción de poner la vista en nuestros propios horizontes.
Aunque pueda parecer paradójico, dar la espalda es también comenzar a aceptar el flujo natural de las cosas, pues al dar la espalda a las situaciones peligrosas o dolorosas, dejamos que estas sigan su curso natural, con lo cual se vuelven armónicas por sí solas.
Dar la espalda es también escapar a las siguientes consecuencias de las otras estrategias:
Quien lucha corre peligros, pierde sus energías, y queda atado a aquello contra lo lucha.
Quien huye se salva momentáneamente, pero deja la situación sin resolver.
Quien se resigna sufre y deja de buscar caminos de liberación.
Quien se une a su enemigo o se rinde ante él, pierde su dignidad y su libertad.
