domingo, 31 de diciembre de 2017

¿ACEPTAR AL MUNDO?


  ¿Qué entendemos por mundo? La mayoría de las veces entendemos por mundo a la sociedad en la que vivimos, pero el mundo también puede ser entendido como nuestro planeta, nuestro sistema solar y el Universo. 

   Si entendemos por mundo a la sociedad, de una manera u otra siempre estamos en lucha contra él debido a que el mundo nunca nos da todo lo que deseamos o que creemos necesitar, el mundo siempre nos está poniendo obstáculos a la manera en la que queremos vivir, y el mundo nunca está hecho a nuestra medida. De esta manera, luchamos contra el mundo para conseguir nuestros deseos, para poder vivir como queremos que el mundo esté hecho a nuestra medida, y fracasamos, somos derrotados, como lo prueba la frustración y la insatisfacción que sentimos. 

  Si somos derrotados, la conclusión que podemos sacar es que hay que aceptar a este mundo como es. Sin embargo, aceptar no es lo mismo que resignarse. La resignación es un escepticismo estéril, una tristeza, una amargura, (a veces una depresión), que deja al resignado condenado a la frustración permanente o a basar su vida solamente en los placeres hedonistas que pueda conseguir y que nunca le resultan suficientes. 

   A mi modo de ver, la aceptación de este mundo consiste en entender que hay cosas que no podemos cambiar, y que por lo tanto no vale la pena luchar contra ella o a favor de ellas pues seremos derrotados. También consiste en entender que hay cosas que podemos cambiar, pero que hacerlo nos esclaviza a nuestros deseos y crea conflictos con los demás. Pero también consiste entender que dentro de este mundo tenemos la posibilidad de cultivar nuestro interior más profundo, y que sólo cultivando ese interior seremos capaces de construir una sociedad mejor para todos. 

   Necesitamos comprender en toda su amplitud que este mundo es el mundo en el que nos ha tocado vivir, que no hay otro, y que nuestro camino espiritual pasa por ir sorteando los obstáculos que este mundo nos pone. No podemos crecer espiritualmente si no aprendemos a superar estos obstáculos pues no sabemos crecer espiritualmente ni no es a base de obstáculos, tanto exteriores como interiores. Toda lucha crea una tensión, toda tensión es una energía que necesitamos para nuestro crecimiento espiritual. 

   Por otra parte, en nuestra lucha contra el mundo siempre hay momentos de tregua, de serenidad, y esos momentos debemos de aprovecharlos para aumentar nuestra comprensión profunda de las cosas, pues sólo esa comprensión profunda nos permite ir viendo claramente por donde hemos de caminar y como hemos de hacerlo. 

   Si entendemos al mundo como a nuestro planeta, como a nuestro sistema solar, como al Universo, vemos que no somos capaces de aceptar su natural fluir, y vemos, sobre todo, que esa no aceptación nos llevar a intentar dominarlo y controlarlo en vez de buscar la armonía. Ver esto es relativamente fácil, pero lo que nos resulta mucho más difícil es ver que debido a nuestra falta de aceptación del natural fluir, hemos creado y estamos creando a una sociedad, a un mundo en guerra entre los diversos grupos humanos y sociales, y una sociedad contra la que cada uno de nosotros estamos en guerra, y que esa guerra también da lugar a nuestras luchas internas. 

   Antonio Machado decía que él estaba "en paz con el mundo y en guerra con sus entrañas".
 Aunque también es posible que la guerra que mantenía con la sociedad española de su época, una sociedad que no le gustaba y que le causaba muchos sufrimientos, la hubiera trasladado a interior.
 De todas maneras,nosotros estamos en guerra con ambos, y en cuanto la la paz, empieza por la paz interior. 

sábado, 30 de diciembre de 2017

LUCHAS INTERNAS



    Quienes tienen deseos de cosas internas, frecuentemente recurren a hacer algún tipo de esfuerzo interior, a algún sacrificio, a poner algún tipo de energía en conseguir esos deseos.

 Creo que hay que ser conscientes de que se nos presentan dos caminos: El camino de liberarnos de  deseos no armónicos y de miedos, y el camino de poner energías en conseguir algo interior, es decir, el camino de la lucha interna. 

  El camino de la lucha interna nos muestra a una persona fraccionada internamente, pues distingue y hace jerarquía entre el cuerpo, la mente, las emociones, el ego, la conciencia y el espíritu, y considera que unas partes son mejores o más necesarias que otras, e incluso que unas son más "nobles", o más "espirituales" que otras, y que las "nobles" y "espirituales" han de vencer sobre las demás.

  Sin embargo, somos el conjunto de todas las partes de nosotros mismos, somos las diversas relaciones que esas partes tienen entre ellas de manera natural y armónica. Todas estas partes tienen su función natural y necesaria, y la cumplen en dos situaciones: Cuando ante cada situación concreta usamos la parte más adecuada, y también cuando las diferentes partes actúan naturalmente, armónicamente en las situaciones que así lo requieren. Por esto, toda lucha interna es algo no natural, no armónico. 

   Así, en vez de pretender conseguir cosas internas, yo creo que lo más adecuado es dejar que todas nuestras partes sigan su flujo natural pues cada una de esas partes "sabe" lo que tiene que hacer sin que usemos nuestra voluntad o nuestras creencias. Es decir, se trata de conocer, de comprender y  de armonizar y no de vencer.

   Las luchas internas sólo son necesarias cuando tratamos con el mundo exterior. Como todavía no somos capaces de dejar que todo fluya naturalmente, nos vemos obligados a dominar ciertas situaciones, y a veces, dominar esas situaciones requiere luchas internas, pues algunas de nuestras partes se resisten.

   Estamos en evolución y eso significa que tenemos que liberarnos de unos deseos y de unos miedos que nos impiden alcanzar la liberación y la armonía, y eso también significa que nuestros deseos y nuestros miedos nos producen unas tensiones internas al entrar en contacto con nuestro nivel de conciencia más profundo. Pero esas tensiones son algo que no podemos evitar, y son también algo que genera una energía que tiende a elevar nuestra conciencia. 

   Además de energía necesitamos también sabiduría, y la sabiduría sólo llega a nuestra conciencia cuando alcanzamos la serenidad, la quietud, la paz interior, pero no podemos alcanzar la serenidad plena mientras unas partes de nosotros mismos estén luchando contra otras. Además, no hay victoria posible, pues las partes "derrotadas" siempre tenderán a cumplir con su función natural y por lo tanto, siempre tenderán a liberarse de las partes "vencedoras", y la lucha no tendrá fin. Una cosa es no poder evitar esta lucha, y otra es defender la necesidad de que unas partes venzan a las otras. 

viernes, 29 de diciembre de 2017

LUCHAS DEFENSIVAS


   Quien no quiere conseguir más de lo que ya tiene se encuentra con que tiene que defender lo que tiene o la forma en la que quiere vivir. Siempre hay alguien que quiere arrebatarle algo, o que le somete a presiones diversas, o que interfiere en su vida. Esto le obliga a luchas defensivas, en las cuales unas veces pierde algo y otras consigue conservar lo que tiene. Pero aunque venza no hay paz posible para él, pues siempre hay quien  hará algo de lo que tendrá que defenderse. No le queda más remedio que aprender a soportar esta situación y a seguir defendiéndose. 

    Los deseos de cosas internas y el camino espiritual requieren que el individuo disponga de un espacio y de un tiempo para sí mismo y que ese espacio y ese tiempo estén libres de las interferencias ajenas. Teniendo en cuenta que los que luchan por cosas externas son mayoría, dominan las relaciones sociales y siempre tienden  a expandirse y a ejercer su poder o su control sobre los demás, disponer de un espacio y de un tiempo para uno mismo requiere luchar a la defensiva contra ello, o al menos requiere mostrarles nuestras uñas y avisarles de que nos respeten. 

  Pero aunque se consiga ese tiempo y ese espacio, no hay paz posible, pues el mundo exterior siempre estará ejerciendo todo tipo de presiones. Las luchas entre los que desean cosas externas generan mucho ruido, mucha agitación e incluso situaciones violentas a nuestro alrededor, y todo eso nos afecta, igual que nos afectan los terremotos, igual que nos afectaría una manada de elefantes furiosos pasando por delante de nuestra puerta. 

   Esto nos lleva a la soledad, o bien a reducir nuestras relaciones a la gente afín a nosotros. Yo creo que esto nos basta para nuestra vida espiritual y para poder compartir lo que llevamos dentro. Por otra parte, debemos de ser muy conscientes de que no podemos influir sobre quienes no se cuestionan sus propias creencias. Por eso, tampoco debemos luchar para convencer a nadie, los demás cambiarán cuando lo crean conveniente o cuando las circunstancia les obliguen. 

miércoles, 27 de diciembre de 2017

LUCHAS EXTERNAS


    Quien tiene deseos de conseguir cosas externas, la mayoría de las veces lucha para conseguirlas. Estas luchas requieren esfuerzos y sacrificios, a veces provocan conflictos con los demás, miedos, conflictos morales internos y agitación. 

   Cuando el luchador consigue lo que desea cree que ha vencido, pero siempre quedan heridas propias y a veces las ajenas, y los precios pagados, y al cabo de un tiempo, lo conseguido deja de tener valor. Claro que, cuando el luchador no consigue lo que desea, no sólo le queda la frustración, sino también le quedan las heridas y ver lo inútil que resultaron sus esfuerzos y sus sacrificios. 

   Ganador y perdedor tienen otra cosa en común: la esclavitud a lo deseado y a los medios usados para conseguirlo. Así, en términos de libertad, todo luchador por cosas externas siempre resulta derrotado. 

   A veces las luchas son para mejorar el mundo que nos rodea. En estas luchas, siempre se producen heridas, esfuerzos y sacrificios, y unas veces se consiguen los objetivos y otras se fracasa, pero ambos casos se produce la derrota. Los luchadores ponen todas sus energías en cambiar lo externo, con lo cual no ponen ninguna en cambia su propia conciencia. Si los luchadores ganan cambian las formas y da la impresión de que se ha producido una mejora, pero los luchadores y el resto de las personas siguen con sus mismos niveles de conciencia, con lo cual, el cambio no habrá sido real, y tarde o temprano ese cambio causará nuevos problemas. 

    Cuando la lucha es entre opresores y oprimidos, las victorias de los oprimidos hacen que mejoren las cosas y que aumenten las libertades políticas y sociales, sin embargo, los vencedores seguirán atados a sus deseos de que la sociedad sea como ellos la desean y a todo lo que se ven obligados a hacer para defender aquello que han conseguido. 

   El que fracasa a la hora de conseguir cualquier clase de deseos, a veces se vuelve resignado. Pero el resignado sólo se ahorra todo lo que implica la lucha, sin embargo le domina la tristeza por no haber conseguido lo deseado y sigue siendo un esclavo de ese deseo. 

   Las luchas por las cosas externas nos presentan una factura dolorosa. La tragedia y el drama de todo esto asienta sus raíces en el hecho de que los luchadores no saben conseguir sus satisfacciones y sus placeres de otra manera. La mayoría de las veces es mayor el precio en dolor que el premio en satisfacciones y placeres, pero al luchador eso no le importa, pues cree que si no lucha no conseguirá las únicas satisfacciones y placeres capaces de acabar con su dolor o que le darán la tan ansiada felicidad. Además, cuando no está luchando puede conseguir ciertas satisfacciones y placeres, pero esto nunca le resulta suficiente y tiene que luchar por conseguir cosas más satisfactorias y placenteras. 

   A veces el dolor producido por las luchas o bien los diferentes fracasos o derrotas, le hacen cuestionarse profundamente su vida, y con una conciencia más elevada o más profunda, busca las satisfacciones y los placeres por caminos diferentes a los de las luchas. 

   

REGALO DE LA VIDA



    Mariposa de hoy. 

  Cuando se vive sencillamente, la vida nos ofrece muchos regalos. Cuando no se busca, el regalo aparece. 

lunes, 25 de diciembre de 2017

LA LIBERTAD ES FÉRTIL




    Todos somos árboles. Cuando usamos la libertad para cultivar nuestro propio y particular árbol, ese árbol siempre resulta fértil. 

   El natural del árbol es ser fértil y prolongar y propagar la vida. Para ello, al árbol le crecen las raíces, el tronco, las ramas, las hojas, las flores y los frutos. 

  La intención del árbol no es que su leña nos sirva para que ardan nuestros fuegos, ni que su madera nos sirva para construir cosas útiles, pero su leña y su madera nos sirven.

  La intención del árbol no es que sus ramas y sus hojas den abrigo, protección y sombra, pero los dan. 

  La intención del árbol no es producir oxígeno para que respiremos, pero lo produce. 

  La intención del árbol no es dar frutos para alimentar a otros seres vivos, pero los produce. 

  Lo que cuenta no es la intención, sino el efecto producido, y el efecto de usar nuestra libertad para cultivar nuestro interior es siempre la plenitud propia y el beneficio ajeno, y así construimos ese bosque que es el lugar en el que vivimos y donde desarrollamos la esencia que llevamos dentro. 

domingo, 24 de diciembre de 2017

SOLEDAD LUMINOSA, INTELIGENCIA Y SABIDURÍA




   Porque no es inteligente,
   el petirrojo es sabio. 

   Soledad luminosa,
   fuente de sabiduría. 

         INTELIGENCIA Y SABIDURÍA

Animado y ayudado por su inteligencia, el Hombre  se dedica a conseguir todos los deseos que puede, los cuales casi siempre son mayores que sus posibilidades, y así nacen la frustración y la insatisfacción. 

   Con su energía y su mente dedicadas a conseguir sus deseos, a quejarse y a lamentarse, el Hombre no presta atención a las enseñanzas de la Naturaleza, ni a su conciencia, ni a la búsqueda de la sabiduría, y así no sabe lo que le conviene. 

   Y dando palos de ciego, sufre y causa daños. 

                      ¡Ay, esa inteligencia
                       que a la sabiduría
                       no encuentra!

sábado, 23 de diciembre de 2017

ENCINA







   Nido primaveral,
   sombra estival,
   fruto otoñal,
   abrigo invernal,
   la mejor leña para el hogar,
   firmeza serena,
   esencia plena,
   ¡Tanta verdad!
   ¡Tanta humildad!

    Pero el Hombre
    busca en su inteligencia
    y desdeña
    lo que la encina le da
    y le muestra. 

    Inteligente y doliente,
    el Hombre,
    de sus semejantes se queja
    y de todo se lamenta.
    ¡Ay, esa inteligencia
     que a la sabiduría no encuentra!
    

HAIKU





   Dorado invernal,
   el caminante vaga,
   verde esmeralda. 

LUZ Y FIRMEZA





   Luz interior, de la comprensión serena, profunda y elevada, y guiados por esa luz, usar la firmeza para mantener la fidelidad a nuestra conciencia. 

   Bajo la luz, y sobre la firmeza
   es donde crece la Vida. 

viernes, 22 de diciembre de 2017

EL AMOR COMO SOLUCIÓN


  A mi modo de ver es posible sentir amor incondicional por nuestros semejantes y por todos los seres vivos, y además creo que esto no resulta más difícil que cualquier otro camino espiritual. Pero la cuestión no es la mayor o menor dificultad que presenta cada camino, sino las soluciones que pueden ofrecernos cada uno de ellos. 

   Quienes presentan al amor como solución son las religiones y los sistemas éticos. Las religiones presentan a Dios como el centro de todo, y los sistemas éticos al Hombre, además, tanto las religiones como los sistemas éticos son dualistas centrados en las distinciones entre el Bien y el Mal, pretendiendo que el Bien derrote al Mal en vez de buscar que el Hombre se sienta Uno con la Divinidad. En las religiones, sólo el misticismo busca superar el dualismo y para ello busca la unión directa con Dios. 

   Así, con lo que nos encontramos es con dos horizontes diferentes. 

   Uno de ellos es el horizonte dualista y moralista de hacer el Bien y combatir el Mal, pretendiendo y esperando que un día el Bien derrotará definitivamente al Mal. Se cree que ese día se acabará el sufrimiento pues se cree que el sufrimiento sólo lo provoca la existencia del Mal.
Mientras no llega el triunfo del Bien, las religiones ofrecen al individuo la posibilidad de la salvación personal si cumple bien con sus normas o bien ayudas en esta vida, y los sistemas éticos ofrecen la plenitud de alcanzar las cimas más altas de lo humano a quien vivan de acuerdo con las normas morales, lo cual se cree que produce unas grandes satisfacciones interiores, e incluso la felicidad. 

  El otro horizonte consiste en intentar superar, transcender la visión dualista, y buscar la extinción de los deseos y del ego, o bien la armonía entre el Hombre y la Naturaleza, el Universo, la Divinidad, y se cree que el sufrimiento sólo se acabará cuando el individuo se sienta Uno con el Todo, cuando alcance la armonía. Mientras estos caminantes no alcanzan la Unión con la Divinidad, la armonía, este camino les ofrece las satisfacciones interior de vivir fieles al nivel de conciencia que vayan alcanzando. 

  A horizontes diferentes, caminos diferentes. 

  Quien camina hacia un horizonte dualista intenta seguir unas normas morales, entre las cuales la principal es el amor por los seres humanos. Intenta ser capaz de sentir ese amor en toda su intensidad y que además se un amor incondicional. 

  Quien camina hacia no-dualista intenta liberarse de sus deseos de poseer y de dominar, intenta apagar su ego, intenta vivir dejando que todo siga su curso natural. 

   Sea cual sea el camino elegido, quien avanza por su camino sentirá que va aumentando su amor. La cuestión está en si ese amor resulta o no suficiente para acabar con el sufrimiento propio y si tiene el potencial suficiente para acabar con el sufrimiento de la Humanidad. Dejo las respuestas en manos del lector. 

miércoles, 20 de diciembre de 2017

EL AMOR COMO OBLIGACIÓN


   En las religiones y en las creencias y sistemas éticos, el amor (acompañado de la caridad, a la que muchos llaman solidaridad) aparece como una obligación moral. Las religiones ofrecen a cambio diversos premios y la salvación. Los sistemas éticos ofrece la promesa y la esperanza de que amando, las sociedad serán fraternales, humanitarias, y las conciencias morales se sentirán satisfechas, lo cual producirá una felicidad general.

   Aquí la cuestión es si el fin último del Ser Humano consiste en obtener el premio de la salvación que le ofrecen las religiones, y la felicidad interior y social que le ofrecen los sistemas éticos, o bien el fin último del Ser Humano es conseguir la liberación del sufrimiento a través de su propia transformación interior, es decir, de su propia liberación, para así sentirse Uno con el Todo, con la Divinidad. Es muy importante ser conscientes de esta diferencia, pues orientarnos en una dirección o en otra determina toda nuestra vida, y no orientarnos en ninguna, también.

  Tengamos muy presente que en el caso de las religiones y de los sistema éticos estamos ante una obligación doble, pues no sólo se trata de practicar diversos actos que ayuden a los demás y que no les dañen, sino que también se trata de la obligación de que el individuo sienta amor por sus semejantes. 

   La convivencia  humana requiere que el individuo preste ciertas ayudas a los demás y evite ciertos actos que puedan dañarles, sin embargo, el Ser Humano está dotado de una compasión, de una bondad natural que le impulsan a estos actos espontáneamente, sólo los deseos y las ambiciones impiden o limitan esos actos. 

   De esta manera, no es necesario que amar se convierta en una obligación religiosa o ética, pues eso limita mucho la libertad del individuo y le crea sentimientos de culpa. Para mí, el verdadero amor no puede florecer ni dar frutos nutritivos y fértiles como una obligación ni en el marco de unas libertades limitadas. 

   Además, el amor como parte de la ética y de la moral, acaba por estar al servicio de los poderosos, al menos en parte, ya que en toda sociedad una gran parte de la moral y de la ética la dictan los poderosos y las ponen al servicio de sus intereses y de su poder. 

   Tomemos el ejemplo de las ONGs y de la caridad cristiana. Su actitud es muy ética, muy amorosa,  y se financian con aportaciones privadas y en parte con aportaciones de los Estados, pero al ayudar a los necesitados evitan que los Estados se vean obligados a ser ellos los que ayuden a través de la práctica de la justicia social, unos Estados que necesitarían exigir más impuestos a los poderosos para que hubiera verdadera justicia social. Por su parte, los poderosos y aquellos que hacen donativos públicamente pueden calmar su conciencia moral y además ser admirados por los demás. Por último, los ayudados se vuelven dependientes de esas ayudas y se sienten obligados moralmente a dar las gracias, lo cual es una forma de sometimiento.  

martes, 19 de diciembre de 2017

AMOR Y LIBERTAD





      Amor en la luz y en el calor del Sol.

    Amor en el Agua, elemento imprescindible y siempre presente en toda forma de vida. 

    Libertad en el pajarillo, 
    bañado por estos dos amores. 

   Estos dos amores son incondicionales, por eso el pajarillo es libre. Entre los humanos, rara vez el amor es incondicional, por eso, al ser casi siempre condicional, en las relaciones humanas amor y libertad son casi siempre incompatibles. 

lunes, 18 de diciembre de 2017

AMOR Y DESEO DE POSESIÓN


   Entre las formas de entender el amor, hay una que nos lleva a intentar poseer o controlar aquello que amamos. Los ejemplos son muchos, tales como el amor por las cosas bellas y por aquellas cosas que nos producen placeres. En estos caso, el amor da lugar al deseo, (¿o se trata de un deseo al que llamamos amor?), lo cual nos ata a lo que deseamos y a lo que tenemos que hacer para conseguirlo, y que muchas veces da lugar a conflictos, que nos produce frustración si no lo conseguimos, y que cuando lo conseguimos el paso del tiempo hace que se vaya reduciendo el placer que nos produce.


  ¿A quien no le gustaría tener una varita mágica para poder poseer todo aquello a lo que ama?

  ¡Qué tiranos y qué esclavos nos volveríamos si la tuviéramos!






  En el amor de pareja o amor romántico, el deseo de posesión o de control puede llegar a ser muy fuerte, ya que las satisfacciones y placeres que nos produce este amor son también muy fuertes. El deseo de posesión o de control no sólo está producido por la intensidad de las satisfacciones y placeres, sino porque las relaciones amorosas de pareja generan dependencias emocionales, las cuales psicológicamente son muy variadas y complejas. 

   En las relaciones amorosas de pareja pueden darse relaciones basadas solamente en el deseo sexual, en el respeto mutuo, en la libertad de ambos, y en el cariño. Pero más de la mitad de las parejas se separan, o mejor dicho, una de las partes decide que no quiere seguir con la relación. En estos desamores hay dos aspectos fundamentales. El hecho de que el amor se acaba al menos en una de las partes, y el hecho de que al menos una de las partes considera que la otra parte ya no satisface sus deseos. En un mundo donde todo se basa en la consecución de los deseos, el deseo vence al amor, ¿O es que eso a lo que se llama amor es sólo un deseo?

   En las relaciones de pareja el desamor o los deseos enfrentados a veces producen maltratos físicos o psicológicos, y a veces esto acaba en asesinato. Los maltratos físicos y los asesinatos son causados mayoritariamente por hombres, y en cuanto a los maltratos psicológicos la cosa es más compleja, pero en este aspecto, tanto hombres como mujeres pueden hacer que la vida de su pareja sea un infierno. 

   El romanticismo ha idealizado el amor de pareja, y nuestra sociedad lo considera muy bello y muy importante. Sin embargo, da mucho que pensar que estas relaciones, que comienzan casi siempre con amor entre ambos, tantas veces evolucionen hacia el que uno se canse del otro, o hacia los odios, las peleas y los malos tratos y asesinatos. ¿Cómo es que algo a lo que se considera tan bello pueda producir también tanto dolor? Creo que la respuesta es compleja, pero deberíamos ser más conscientes sobre el siguiente hecho: 

   ¿De qué estamos hablando cuando pronunciamos la palabra amor?

domingo, 17 de diciembre de 2017

AMOR Y ODIO



    En la actualidad, nuestro nivel de conciencia dominante es dualista, y así, cuando amamos a los blanco, odiamos a lo negro. Pensemos en como se han justificado y se siguen justificando todas las guerras y conflictos violentos. En esta justificación los aspectos más importantes son el amor por algo y el odio a su contrario. Amor a la nación, al pueblo, a la familia, a las diferentes creencias religiosas y políticas.

  Si pensamos en las relaciones con la Naturaleza, nos encontramos con que si amamos los días soleados, odiamos los días nubosos. Si amamos los días cálidos, odiamos los días frío, etc, etc. De esta manera rechazamos el natural fluir de la Naturaleza y por lo tanto no podemos armonizar con ese fluir. 

  Cuando valoramos mucho el amor por la patria, por la familia, por las creencias religiosas y políticas,  etc, los aspectos relacionados con la Naturaleza nos importan poco, pues consideramos que lo que realmente importa es el amor por nuestros semejantes. De nuevo el dualismo dirige nuestra vida, y de nuevo nos encontramos incapacitados para ver que la Naturaleza y el Hombre son una misma cosa, son una unidad, y que por lo tanto, amar de una manera diferente a la Naturaleza y al Hombre es un obstáculo para la armonía con el natural fluir cosas de las cosas, y son un divorcio del Hombre consigo mismo. 

   En lo relativo al amor por los demás, en especial en el amor por nuestros seres queridos, el dualismo amor-odio es el que nos domina. Amamos a nuestros seres queridos y no podemos evitar odia a todos aquellos que puedan ser un peligro para ellos o bien a aquellos que les causen cualquier tipo de daño o sean un obstáculo para que consigan sus deseos. 

   Pero nuestro dualismo tiene otras consecuencias.
Amamos a nuestros seres queridos y luchamos para protegerles, para ayudarles, para que tengan cuanto necesitan y desean, y con estas luchas por darles lo que creemos que es el cielo contribuimos a crear los infiernos de los que queremos librarles. 

   Nuestro dualismo nos produce dos actitudes diferentes. Una nos lleva a creer que el amor puede y debe vencer al odio. Quien sigue esta creencia pone toda su energía en amar a los demás y en evitar sentir odia, y fracasa, pues sólo superando nuestra visión dualista dejaremos de odiar,  superar esta visión no es una cuestión de voluntad, sino que es un proceso espiritual que requiere tiempo, comprensión profunda y liberación de nuestros deseos. 

  La segunda actitud es la más frecuente y nos lleva a creer que es bueno amar a unas cosas y odiar a otras, es decir, nos lleva a amar a todo aquello que consideramos bueno y a odia todo aquello que consideramos malo. Aquí surgen los principios del Bien y del Mal. Sin embargo, ¿qué es el Bien? ¿Qué es el Mal?. A este respecto existen muchas respuestas, lo cual nos dice que no existe el acuerdo. Si somos sinceros con nosotros mismos, veremos que en el práctica consideramos Bueno a todo aquello que nos facilita la consecución de nuestros deseos, y Malo a todo aquello que la dificulta o la impide. Con lo cual, no sólo somos prisioneros del dualismo, sino también de nuestros deseos. 

   Puede que entendamos que el no-dualismo es mejor que el dualismo, y puede que al ver que somos dualistas nos sintamos culpables, o nos sintamos incapaces de superar nuestro dualismo. Yo creo que lo que realmente importa es avanzar en nuestra comprensión de las cosas, pues es con una comprensión profunda que vaya más allá de los conceptos mentales y de las emociones con la que podremos liberarnos, tanto de nuestro dualismo, como de nuestro odio, como de nuestros sentimientos de culpa. 

sábado, 16 de diciembre de 2017

AMOR EMERGIENDO






  El Amor  siempre emerge desde algo, 
  siempre contrasta con algo,
  pero es Uno con Todo. 
  
  
  

LUZ Y AMOR





   La luz del Sol, al igual que el Amor, no hace distinciones a la hora de alumbrar. 

   Pero el Hombre si que hace distinciones respecto al Amor. Esa distinciones se deben a su mente dualista, a una mente que crea conceptos, creencias, moralidad. 

   Sin embargo, hasta que no entendamos qué es lo que nos lleva a hacer distinciones no podremos entender la naturaleza del Amor.  

LA NATURALEZA DEL HOMBRE


    Se suele decir que vivimos en la Naturaleza y que dependemos de Ella. Pero decir esto es como decir que somo algo diferente a Ella, algo que está separado de Ella, como si fuéramos huéspedes, o invasores, o alienígenas procedentes de cualquier otro planeta, incluso cuando nos vemos como seres pequeñitos o insignificantes, nos estamos viendo como algo separado de la Naturaleza.

  Pero la mayoría no sólo se cree como algo separado de la Naturaleza, sino que creen que somos los preferidos de los dioses, o seres superiores al resto de los seres vivos.

  Creernos superiores es lo que está produciendo los actuales daños medioambientales. Ha habido quienes han tomado conciencia de estos daños y de las consecuencias para el Ser Humano, pero han optado por defender a la Naturaleza, no por buscar la unión con Ella, es decir, también se sienten separados de Ella, y la aman desde esa visión de separación.   

  ¿Somos conscientes de las consecuencias de vernos como parte de la Naturaleza o de vernos como unos seres separados de Ella?

  Podemos vernos de una manera o de otra, pero sea cual sea nuestra visión, ¿Somos conscientes de la importancia real de nuestra visión?

  Yo creo que no, que casi siempre estamos ocupados con cosas que no tienen relación con esto, con cosas propias de quienes se sienten separados, o seres superiores, únicos y especiales, o los preferidos de los dioses. 



   

viernes, 15 de diciembre de 2017

AMOR CONDICIONAL Y AMOR INCONDICIONAL


    ¿Qué es el amor? Sobre el amor se han dicho infinidad de cosas, entre ellas que el amor es la energía que mueve al mundo. Esta definición del amor tiene una significado más amplio del que solemos imaginarnos. Por otro lado, yo creo que no somos capaces de definir en qué consiste esa energía, sólo podemos saber que todos la llevamos dentro y que tenemos la capacidad de sentirla y de actuar conforme a ella, sin embargo, las formas en las que se manifiesta dependen de muchas circunstancias sobre las cuales si que podemos reflexionar. 


   Empecemos por el amor condicional. Este amor consiste en que amamos más o menos en función de como vemos a los demás, de como se comportan y de cuales son las ayudas, las satisfacciones y los placeres que nos proporcional, y los demás  hacen lo mismo con nosotros. Puede gustarnos o no esta visión del amor, pero si somos sinceros con nosotros mismos, veremos que este es el tipo de amor que sentimos la mayoría de las veces por los demás y el que ellos sienten por nosotros. 

   Este tipo de amor entre la mayoría de las veces en contradicción con nuestra libertad, pues para que nos amen tenemos que satisfacer los deseos de los demás haciendo cosas que a veces no queremos hacer, y a ellos les pasa lo mismo. ¿Qué clase de amor es ese que limita nuestra libertad? A mi modo de ver, es el amor que nuestro nivel de conciencia actual es capaz de sentir, por no deberíamos culparnos si creemos que nuestra capacidad de amar es baja o nos consideramos egoístas. Podemos controlar nuestros actor, pero no nuestros sentimientos amorosos.

   El amor que sentimos por los demás no depende de nuestra voluntad, sino de cual sea nuestro nivel de conciencia, y no tenemos capacidad para poder aumentar ese nivel a voluntad. No sólo se nos exigen determinados actos amorosos hacia los demás, sino también que sintamos amor por ellos, y para estimularnos a obrar y sentir amorosamente se nos premia con amor si somos amorosos y se nos castiga reduciendo el amor hacia nosotros e incluso con odio si no lo somos, y debido a estos premios y castigos tendemos a volvernos hipócritas pues queremos ser premiados y tememos ser castigados. 

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   El amor incondicional es aquel que consiste en amar de forma totalmente sincera, espontánea, natural, y sin poder condiciones a aquellos a los que damos nuestro amor. Este amor se manifiesta de varias formas. A mi manera de ver, la compasión es la primera y la más cotidiana y consiste en sentir amor por aquellos que sufren, un amor que puede expresarse de muchas formas y con intensidades muy diversas. También se manifiesta en forma de amor por nuestros semejantes, por todos los seres vivos y por el Universo. 

   Este amor no está condicionado, pero tiene límites a la hora de manifestarse en nosotros. Esos límites son nuestros deseos de conseguir cosas y nuestros miedos a perder lo que tenemos. Por lo tanto, cuanta mayor es nuestra liberación mayor es nuestro amor incondicional. Sin embargo, esa liberación es algo que tampoco podemos conseguir a voluntad, sino que se trata de un proceso espiritual que requiere tiempo y comprensión profunda. 

domingo, 10 de diciembre de 2017

ESPIRITUALIDAD


   Las libertades políticas y sociales, así como las de pensamiento, junto con la igualdad social y la igualdad de derechos y de oportunidades crean sociedades más fraternas, con menos insatisfacciones y con menos frustraciones, y esto reduce los conflictos y la agitación de la sociedad, lo cual hace que los individuos puedan gozar de más serenidad y de más equilibrio, lo cual facilita la espiritualidad. Sin embargo, los deseos y las luchas por ellos, suelen acabar con esta situación y agitar y desequilibrar a las sociedades. 

   La mente humana ha creado diversos modelos de sociedad que pretenden ser perfectos, o al menos mejores que los existentes, y casi siempre sus seguidores han pretendido imponerlos mediante el uso de algún tipo de fuerza o acto revolucionario, o mediante algún tipo de control sobre el pensamiento, pero estos modelos de sociedad son siempre algo artificial, algo no armónico con el fluir del Universo,  pues se basan en ejercer algún tipo de poder sobre los seres humanos y sobre la Naturaleza, es decir, son creencias producidas por niveles insuficientes de conciencia. 

   Toda creencias, toda ideología, toda revolución, se basa en una visión parcial, incompleta y distorsionada de la realidad, y se basa también en una visión dualista de las cosas, las cuales son vistas como buenas o malas, positivas o negativas, y esto implica obligaciones y prohibiciones, admiraciones y condenas, premios y castigos, todo lo cual impide la libertad social y política de los ciudadanos, pero sobre todo, obstaculiza la libertad interior del individuo ya que al presentar una visión incompleta y distorsionada de la realidad, pone barreras a su percepción directa de esa realidad, con lo cual la liberación y la armonía no son posibles. 

  Las condiciones propicias a la espiritualidad sólo pueden nacer de los cambios en las conciencia de los individuos. Esos cambios pueden producirse de varias maneras. Desgraciadamente, la más habitual es la producida como consecuencias de las tragedias y de los sufrimientos. Las tragedias y los sufrimientos siempre están por niveles poco elevados de la conciencia. Ante las tragedias y los sufrimientos el individuo se ve forzado a cambiar interiormente, pues sólo un fuerte cambio interior puede acabar con su sufrimiento y evitar que aparezcan las tragedias. 

   El Universo en su fluir natural también produce una evolución en las conciencias, pero esto es lento, o al menos es siempre mucho más lento de lo que nos gustaría. 

   Un aumento del conocimiento de la realidad que nos rodea y de nosotros mismos, también produce un aumento de los niveles de conciencia, pero este aumento es muy pequeño si el conocimiento es puramente mental, racional o emocional, se necesita un conocimiento más profundo, una convicción más intensa, para que se eleve la conciencia. 

   La vida espiritual es el otro medio para elevar las conciencias. Todo camino espiritual es un camino de liberación de las muchas cadenas que a cada uno nos atan y es también la búsqueda de la armonía con la Naturaleza, con nuestro espíritu, con la energía y el fluir del Universo. La búsqueda de la liberación y de la armonía provoca una tensión con las situaciones cotidianas que vivimos y con nuestros estados interiores, y esa tensión nos produce una energía que va elevando nuestra conciencia.