viernes, 8 de diciembre de 2017

LIBERTAD


   La libertad es un concepto que tiene muchos significados. Nuestro concepto actual surge en el siglo XVIII con el desarrollo del pensamiento ilustrado. Este concepto de libertad se centra en el individuo, considerándose que éste tiene unos derechos y unas libertades que nadie debe arrebatarle.

    Este concepto se refiere tanto al rechazo a cualquier tipo de tiranía, como a que el individuo pueda hacer y decir aquello que desee. Los ilustrados eran conscientes de que si el individuo podía  hacer y decir todo lo que deseaba eso provocaría daños a los demás, con lo cual crearon el concepto de que la libertad consistía en hacer y decir todo lo que se deseara, pero sin causar daños a nadie.

 Para evitar los daños a los demás, los ilustrados entendían que eran necesarias dos cosas: Unos principios morales elevados y unas leyes justas, y así nacieron los principios políticos, sociales, económicos y morales de la ideología liberal y democrática. 

   Estos principios inspiraron a la Revolución Francesa y a las demás revoluciones liberales contra el poder absoluto de la monarquía y contra los muchos privilegios de la nobleza y del clero. A medida que estas revoluciones triunfaban y triunfaba también la Revolución Industrial se iba consolidando el sistema capitalista.

   Debido al nivel de conciencia dominante desde finales del siglo XVIII (y que llega hasta nuestros días), las libertades políticas fueron utilizadas sobre todo para ganar dinero. En el marco capitalista, el dinero se consigue mediante la competencia, la rivalidad y la  lucha, y como consecuencia del uso de estos medios, una minoría triunfa, y esa minoría impone su dominio al resto de la sociedad. De esta manera, el principio de libertad creado por los pensadores ilustrados se vio muy reducido, eso sí se ganó en libertad respecto a los regímenes absolutistas y la democracia da muchas más libertades que las dictaduras. 

   En suma, nuestra sociedad actual, entre sus muchas contradicciones irresolubles, tiene la siguiente:

   Las libertades individuales dan lugar a un sistema de poder económico, político y social que divide a la sociedad en entre una minoría de dominadores y una mayoría de dominados y que por lo tanto limita mucho las libertades de la mayoría de los individuos.

   Nuestra sociedad actual se autodenomina como democrática, y eso quiere decir dos grandes cosas:  Que el individuo tiene una serie de derechos que nadie debe arrebatarle, y que muchas cosas se deciden votando. 

   Votar se considera uno de los derechos principales. Sin embargo, recurrir a las votaciones significa un fracaso de la sociedad, pues quienes votan lo hacen porque no han sido capaces de ponerse de acuerdo sobre qué es lo mejor para todos. El hecho de votar contiene también una contradicción, pues si bien es un derecho y una libertad, la parte que gana una votación impide que la parte perdedora pueda hacer lo que desea y es obligada a someterse a la voluntad de la parte ganadora, con lo cual, la parte perdedora ve reducida su libertad.

   Por otro lado, a la hora de votar pesa más la capacidad de seducción de quien presenta la propuesta que el beneficio real que esa propuesta puede aportar a los votantes. Pese a todo esto, nuestra sociedad tampoco ha sido capaz de crear un medio mejor para decidir ciertas cuestiones que el de votar, lo cual muestra una insuficiencia de nuestros niveles de conciencia. 

   En el plano individual, el nivel de conciencia dominante hace que el individuo vea la libertad como un medio para conseguir lo que desea y, conseguir esos deseos suele ser lo más importante para él. De esta manera, el individuo pierde su libertad al atarse a sus deseos y a todo lo que tiene que hacer para conseguirlos. En nuestro nivel de conciencia dominante actual, el individuo valora mucho más conseguir lo que desea que su libertad.

   Aún así, el individuo desea libertad, pero se encuentra con que las relaciones sociales y las relaciones con quienes le rodean son un gran obstáculo, un gran límite para sentirse libre. Esto a veces le lleva a buscar la soledad, tanto para liberarse de las presiones y de las cadenas sociales, como para desarrollar su mundo interior y sus potenciales naturales, pero el individuo se encuentra con que no sólo necesita libertad, sino también sentirse amado y poder compartir lo que lleva dentro, y sabe que ambas cosas sólo las puede conseguir cediendo a cambio una parte de su libertad.

   Sólo en las relaciones con personas afines, esta pérdida de libertad es casi inexistente. En las relaciones con los demás, nos encontramos de nuevo con que el individuo valora más sentirse querido y poder compartir lo que lleva dentro, que su libertad. 

   Solemos creer que uno de los enemigos principales de nuestra libertad es el miedo. Sin embargo, si lo pensamos bien vemos que el miedo consiste en el temor a no conseguir un deseo, o en el temor a perder algo que tenemos. 

   Por todo esto, no reduzcamos nuestra visión de la libertad a culpar a los demás de no dejarnos ser libres. La falta de libertad es siempre una consecuencia del nivel de conciencia dominante en nuestra sociedad, y la sociedad somos todos y la construimos entre todos. 

   Somos humanos y aún no hemos desarrollado todos nuestros potenciales, seguimos en evolución, y eso es lo que nos lleva a ser contradictorios e incapaces y, por lo tanto, a no ser todo lo libres que nos gustaría. Aceptemos este hecho y no nos sintamos culpables ni unos inútiles. Somos lo que somos porque aún no hemos aprendido a ser otra cosa, pero tenemos ante nosotros a esa Gran Escuela que es la Vida. 

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