La palabra espíritu puede substituirse por las palabras alma, moralidad, ética y en algunos contextos incluso mente, sin que esto altere la naturaleza de este dualismo.
Los partidarios de lo espiritual ven a la materia o como al enemigo, o como un obstáculo, o como algo inferior. Así, son muchas las tradiciones religiosas y espirituales en las que en sus ceremonias, ritos y toda clase de prácticas, la Naturaleza está totalmente ausente, realizándose las mismas en lugares cerrados donde no suele haber luz natural, apareciendo diversos decorados, velas e inciensos. Para estas tradiciones se trata de que la materia y la Naturaleza no distraigan al espíritu, pues el espíritu es lo único que importa, olvidando que tienen un cuerpo material y que tienen la necesidad de comer y de beber cosas que son materia.
Los defensores de la materia ven a los partidarios de lo espiritual como a unos enemigos que les ponen obstáculos o impedimentos a la hora de conseguir lo que necesitan para cubrir sus necesidades materiales y para el disfrute de sus placeres sensuales, y esto lo consideran como un ataque frontal a sus derechos y libertades. Por otra parte, el materialismo en tanto en cuanto que corriente filosófica, condena a lo espiritual confundiéndolo con lo religioso, a lo que acusa de impedir la libertad y el conocimiento, y propugna el ateísmo argumentando que sólo existe la materia.
Tanto los defensores de los espiritual frente a lo material, como los defensores de lo material frente a lo espiritual, no entienden que espíritu y materia van juntos, que el espíritu no puede expresarse sin la materia, y que la materia está animada por el espíritu, el cual es su esencia y su energía. Lo espiritual y lo material armonizan plenamente en las leyes que rigen al Universo y a la Naturaleza.
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