En las relaciones sociales y personales, siempre aparece algún ego que, llevado de sus deseos, quiere imponernos sus condiciones, y lo consigue si no nos resistimos a sus pretensiones, y para ello necesitamos a nuestro ego, el cual se alimenta de nuestros deseos.
Cuando es nuestro ego el que quiere imponer sus condiciones, también lo hace llevado de sus deseos.
Los egos se fortalecen cuando consiguen lo que pretenden y cuando entran en tensión con otros egos.
A nuestro ego le quitamos leña para su fuego cuando reducimos nuestros deseos, cuando buscamos la armonía, y cuando estamos en soledad.
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