Para no ver la realidad y para no vivir conforme a ella, nos deslumbramos y nos deslumbran, con artificios sobre lo verdadero y sobre lo falso.
Lo verdadero y lo falso, ante nuestros ojos no aparecen desnudos, sino con formas e imágenes diferentes, y rodeados de creencias, de esperanzas, de ilusiones. A los manipuladores, tanto les da lo verdadero o lo falso, sólo les importa que sirvan a sus intereses, y para ellos los disfrazan con vestidos a veces razonables, a veces emocionales, pero siempre seductores.
Así, lo fundamental es desnudar, a lo verdadero, a lo falso, y a los manipuladores.
En segundo lugar viene la dificultad de liberarnos de creencias, de esperanzas, de ilusiones.
Y por último queda la dificultad de aceptar lo verdadero y de alejarse de los peligros de lo falso.
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