sábado, 5 de mayo de 2018

MANIPULACIÓN




  A nivel social y político la manipulación consiste en la seducción de los ciudadanos, ya sea por parte de los medios de comunicación, ya sea por parte de los políticos, y casi siempre por parte de ambos a la vez. Al ciudadano se le dice lo que éste quiere oír, se le da la razón, se le halaga. 

  Los seductores no se decantan por la razón, por más que ponen todo su empeño en que los seducidos crean que sus argumentos son razonables, sino que se decantan por el uso astuto y demagógico de las emociones. Entre las emociones que más utilizan están las siguientes:

  La indignación, el amor, el miedo, el odio y la esperanza. 

   Los manipuladores se aprovechan de la existencia de una situación o de un suceso que produzcan fuertes emociones en los ciudadanos, y usan su astucia para adornar esa situación, para aumentar o para disminuir su importancia, para tergiversarla. 

   Excepcionalmente los  ciudadanos se ponen de acuerdo en algo, salen a la calla motivados por algo sin que haya existido manipulación previa, pero la mayoría de las veces, cuando el ciudadano sale a la calle, cuando grita consignas a coro, cuando comparte la opinión mayoritaria, es porque
hay manipulación. En todo discurso vehemente hay un manipulador, y el manipulador siempre se esconde detrás de la honestidad y del deseo de bien común.

  El ciudadano se indigna ante lo que considera una injusticia, y entonces se le dice que su indignación es justa, y el manipulador le promete acabar con esa injusticia. 

  El ciudadano siente amor por su familia, por su país, por su forma de vida, y el peligro de perder aquello que ama le produce miedo, y el miedo le lleva a odiar a quienes cree que están poniendo en peligro aquello que ama. La combinación de estas tres emociones es lo que más ciega a la razón, y es lo que más fuerza da al ciudadano a la hora de hacer cosas y de correr riesgos para salvar aquello que ama, y todo esto se canaliza por parte de los manipuladores a través del nacionalismo, de las ideologías políticas o de los sentimientos religiosos. 

  La esperanza es algo que tiene todo aquel que vive una situación dolorosa, o bien todo aquel que cree posible conseguir algo que no tiene. El seductor se aprovecha de esta situación y promete conseguir lo que el esperanzado quiere, y usa sus dotes de seducción para que el ciudadano confíe en su honestidad, en su fuerza y en su eficacia. 

  La manipulación sólo puede desenmascararse cuando el ciudadano es consciente de la fuerza que sobre su conducta y sobre sus opiniones tienen sus emociones, y cuando el ciudadano recurre a la razón serena para analizar la situación en la que vive. Sólo entonces se ven las verdaderas causas de las situaciones o de los sucesos, sólo entonces se ve la verdadera cara de los manipuladores y sus astucias seductoras. 

   El problema es que las emociones son casi siempre más fuertes que la razón; el problema es que para la mayoría de la gente es más cómodo y más placentero vivir en un mundo de emociones y de esperanzas que en un mundo de razonamientos; el problema es que la mayoría de las personas prefiere dedicarse a conseguir lo que desea antes que a ser libre y a desarrollar su capacidad para el autogobierno de la sociedad. 

   Todo esto lleva a la mayoría de los ciudadanos a confiar en quienes les ofrecen soluciones a sus problemas, en quienes les prometen conseguir sus esperanzas, y aprovechándose de esta situación, los ambiciosos ven su mejor oportunidad y se convierten en manipuladores. 

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