sábado, 26 de mayo de 2018

COMPARTIR LO IMPORTANTE


   En nuestra sociedad, todos recibimos una enorme cantidad de información y además tenemos acceso fácil a la mayor información que nunca había estado al alcance del ciudadano, sin embargo, la mayor parte de esa información carece de importancia, y la mayoría de los receptores y de los buscadores de información, sólo buscan en ella la sensación placentera inmediata o los placeres de la curiosidad. 

  En cambio a la información que sí tiene alguna importancia para la vida del individuo y para el funcionamiento de la sociedad, son muy pocas las personas que se dedican a profundizar en ella, a analizarla. La gran mayoría de las personas están centradas en conseguir aquello que desean para su vida personal y en afrontar los problemas que les crea la búsqueda de esos deseos, mientras que la energía restante la dedican a los placeres banales, placeres que les alivien del cansancio producido por el esfuerzo dedicado a conseguir sus deseos y del dolor que les producen sus problemas, sus frustraciones y sus insatisfacciones. 

  De esta manera, la mayoría de las personas, o presta poca atención a lo realmente importante, y en el caso de las cuestiones sociales y políticas, lo deja en manos de los políticos y de los activistas sociales. Pero los políticos y los activistas sociales dedican su energía a sus ambiciones personales o a conseguir determinados objetivos políticos, y en realidad, tampoco tienen tiempo ni energía para dedicarla a la lo más importante de sus vidas, a lo más importante para la vida de los ciudadanos, y así las soluciones no llegan y los conflictos se convierten en lo habitual. 





  Entre quienes dedican una parte de su tiempo y de su energía a lo espiritual, la mayoría muestra una actitud pasiva, en el sentido de que aunque siente satisfacción ante la información y el conocimiento de las cosas importantes, dedica poco tiempo y poca energía a cultivarlo interiormente, y aún menos tiempo y menos energía a compartirlo con los demás. Que cada cual averigüe cuales son las razones de su propia pasividad. 

   Por otra parte, entre muchos de los que consideran importante lo espiritual, también se da una cierta tendencia a dejarlo en manos de los sabios del pasado limitándose a admirar su sabiduría, y también se da la tendencia a mostrarse receptores pasivos ante ciertas personas del presente a las que consideran sabios, personas por las que sienten admiración, de tal manera que cuanta mayor es la admiración por cualquier tipo de sabio, menor es la confianza en uno mismo, menor es el tiempo y la energía dedicados al propio camino espiritual, a la propia libertad interior.



  La admiración por aquellos a los que se considera sabios, puede producir relaciones de dependencia mutua entre el admirador y el admirado, o bien decepción debido a que el admirar puede llegar a creer que su admirado tiene los pies de barro, cuanta mayor es la admiración mayor puede ser la decepción. Sólo cultivando lo importante dentro de nosotros mismos, con total libertad y confianza en nosotros mismos nos alejamos de los peligros de las dependencia mutuas y de las decepciones. 




   Compartir lo importante no solamente enriquece a aquellos con quienes lo compartimos, sino que nos enriquece a nosotros mismos, pues al compartir lo importante, esto se agranda, se eleva, alcanza su plenitud. Seamos hortelanos y tengamos en cuenta que sólo cuando el fruto está maduro es sabroso, nutritivo y deja semilla fértil.

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