miércoles, 30 de mayo de 2018

ESPERANDO LO QUE NO LLEGA


  En los niveles social y político de la etapa actual, lo dominante y lo conservador no tienen capacidad para resolver los problemas ya existentes y, por otra parte, crean problemas nuevos. Tampoco tienen capacidad para mejorar las situaciones. Su única capacidad consiste en mantener ciertos aspectos necesarios y en evitar el nacimiento de ciertos problemas. Así, en el sector de la población que da su apoyo a lo dominante y a lo conservador, unos lo hacen porque eso les permite disfrutar de ciertos privilegios, y la mayoría lo hace por miedo a las incertidumbres y a los peligros que significaría apoyar a quienes se oponen a lo dominante y a lo conservador. Aunque este sector de la población valora más lo que tiene que lo que puede llegar a tener, también espera cosas, pero éstas no llegan.







   Quienes rechazan a lo dominante y a lo conservador, quienes lo critican y quienes luchan contra ello, son sectores muy heterogéneos y muy variados de la población. Cada uno de esos sectores presente su propia crítica, su propia opción, pero se da la circunstancia de que ninguna de esas opciones consigue un apoyo significativo de la población, con lo cual existe un fuerte fraccionamiento y multitud de opciones, lo cual hace que no tenga capacidad para derrotar a lo dominante y a lo conservador. 




   Las luchas contra lo dominante y lo conservador pueden servir para limitar su poder, y a veces incluso pueden servir para impedir ciertos abusos, injusticias, o ciertos errores, pero el hecho de que sus opciones sean tan diversas y ninguna cuente con un apoyo significativo de la población, impide que esas opciones se conviertan en solución a los problemas, con lo cual para los sectores de la población contrarios a lo dominante y a lo conservador, no llega lo que esperan. 

  Por otra parte, en la etapa actual, las luchas contra lo dominante y lo conservador, al no presentar una alternativa que transforme profundamente lo existente creando un modelo nuevo y mejor de sociedad, y al presentar opciones que no tienen posibilidades de triunfar, se convierten en luchas desestabilizadoras, en luchas estériles, y los problemas se vuelven crónicos y los conflictos son cada vez más caóticos. 





   La población se divide entre los que apoyan con más o menos energía a lo dominante y a lo conservador, y quienes lo critican y lo combaten con más o menos convicción, pero éstos últimos ponen muchas más argumentos y más fuerzas en la crítica a lo establecido que en ofrecer alternativas, y debido a esto mucha gente se cansa de tanta crítica y de la falta de alternativas realistas, y dominados por el miedo, el escepticismo y la desconfianza a lo bueno por conocer, dan su apoyo a lo malo conocido.

    Teniendo en cuenta esta situación, en los niveles social y político quedan solamente dos opciones: La primera es crear alternativas reales que transformen a fondo la sociedad y mejoren las cosas. La segunda es practicar la política de lo posible, de lo sensato, y ello requiere que el bien común se ponga por delante de las diversas creencias e ideologías. Creo que a nadie se le escapa lo difícil de poner en práctica estas dos soluciones, con lo cual, mientras estas soluciones u otras nuevas no lleguen, tendremos que acostumbrarnos a vivir sin que llegue lo que esperamos en términos sociales y políticos.




   En el terreno de lo personal, la gran mayoría de las personas centra su vida en conseguir unos deseos, unos objetivos. Sin embargo, en una medida mucho más grande de lo que suele creer el individuo, conseguir sus deseos está determinado por lo que ocurre en el nivel de lo social y de lo político, un nivel sobre el que no tiene control alguno. Otro determinante de esos deseos, (y sobre el que el individuo tampoco tiene control),  es la actitud de los demás. Por último, están las propias capacidades del individuo, las cuales suelen ser menores que las que se requieren para conseguir lo deseado, y además, esas capacidades están interferidas por unas emociones y por unas creencias sobre las que tiene poco control. De esta manera, el individuo se pasa la vida esperando aquello que no llega, y cuando cree que ha llegado algo que esperaba, al cabo de poco tiempo deja de producirle satisfacciones y placeres.




    En el terreno espiritual se dan dos grandes actitudes, las cuales a veces se pueden mezclar en una misma persona:

   * La de quienes centran su camino espiritual en conseguir unas metas, unas cimas, esperando que un día llegue lo que esperan. 

  * La de quienes no se plantean metas ni cimas y sólo miran hacia un horizonte de armonía con el fluir natural del Universo y de armonía con su conciencia, caminando hacia él, paso a paso, instante a instante, sin esperar nada. 

   Ambos caminantes se encontrarán con que su camino es fuertemente perturbado por los aspectos sociales y políticos, y con las interferencias de su nivel de lo personal. Sin embargo, entre ambos caminantes hay diferencias importante. El descubrimiento de esas diferencias y de las diferentes consecuencias se las dejo al lector, pues no hay nada más valioso que lo que cada cual descubre por sí mismo. 



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