martes, 3 de abril de 2018

TENEMOS UNA CONCIENCIA, UN HORIZONTE Y UN CAMINO




   Nacemos con un nivel de conciencia determinado y también con unas tendencias a identificarnos más una visión del mundo que con las demás visiones, además, tanto al cabo del día y de unos días respecto a otros, nuestra conciencia fluctúa, y esa conciencia evoluciona a lo largo de nuestra vida, tanto el sentido del nivel como en el sentido de cambiar aquello con lo que nos identificamos más. Por otra parte, yo creo que la conciencia no es sólo una capacidad para conocer el mundo que nos rodea y a nosotros mismos, sino que la conciencia es un reflejo de nuestro espíritu. 

  ¿De donde procede la conciencia?

  Hay quienes creen que nacemos como un libro en blanco pero con una conciencia, es decir, con una capacidad para ser conscientes del mundo en el que vivimos y de nosotros mismos. Quienes creen esto suelen decir que nuestra conciencia procede de los genes de nuestros padres. 

  Hay quienes creen que nuestra conciencia procede de nuestras vidas pasadas, y que su profundidad y su elevación, son el fruto de los avances espirituales realizados en otras vidas. 

  Yo me inclino a pensar que procede de nuestras vidas pasadas, pero aunque no existiera la reencarnación de la conciencia, estoy convencido de que no nacemos como un libro en blanco, sino con unas cosas ya escritas y que a lo largo de nuestra vida vamos escribiendo páginas y siempre tenemos la posibilidad de hacer que nuestra conciencia sea más profunda y más elevada. 

   También creo que las personas nacen y viven con niveles diferentes de conciencia, pero esto no debe llevarnos a creer que el nuestro particular es "superior" o "inferior" a los niveles de conciencia de otras personas, pues no hay una norma, una regla, o a una medida aceptada por todos que nos permita saberlo, sólo sabemos que es diferente al de los demás, es decir, que nos identificamos más con unas visiones del mundo que con otras. 

  Por otra parte, tampoco deberíamos creer que nuestra visión particular de las cosas es "mejor" o es "peor" que la visión de los demás, pues creer esto es creer que existen cosas mejores que otras, cuando en realidad todo es Uno con el Todo, y todo tiene su función natural y necesaria en la vida. Una de las etapas y de los avances de nuestro camino espiritual es ir eliminando nuestras creencias dualistas sobre lo "superior" y lo "inferior", sobre lo "mejor" o lo "peor". 

   Los niveles y visiones de la conciencia con los que nacemos, y los que vamos modificando a lo largo de nuestra vida,  nos llevan a cada uno de nosotros a tener nuestro propio horizonte. Un horizonte no debería ser la cima de una montaña que hay que escalar, ni una isla lejana e ideal en la que querer vivir, sino una guía para nuestra vida, una dirección hacia la que caminar. 

  Un camino con sus cuestas arriba, con sus bajadas, con sus rectas, con sus piedras, nuestros tropiezos y nuestro volver a levantarnos, cono sus tentaciones en forma de atajos, con sus altos para el descanso y para la contemplación del paisaje. Un camino para caminar siendo plenamente conscientes de cada paso que damos, siendo conscientes de las flores y los frutos que vamos encontrando a nuestro paso, siendo conscientes de que el caminante y el camino son la misma cosa, son el Todo, la Divinidad, el Universo, la Naturaleza, la conciencia y el espíritu. 

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