Cuando los frutos están maduros, el arbusto los comparte con el bosque, y así, la vida se nutre y se sustenta a sí misma.
Cuando en el Hombre maduran sus frutos interiores, los comparte con el Universo, y allí quedan a la libre disposición de quien se quiera nutrir con ellos, nutrición que hace que el Hombre pueda seguir dando frutos, y así, compartiendo de ésta manera, la sabiduría fluye y el Hombre eleva su conciencia.
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