jueves, 22 de noviembre de 2018
LÍNEAS Y CÍRCULOS
-Hoy me gustaría hablar de los ciclos. -Dijo Lucía.
-Existen dos visiones sobre el movimiento del Universo, sobre el fluir de la vida: la visión occidental y la oriental. La visión occidental es lineal, se trata de una línea del tiempo que siempre va hacia adelante, que aunque pueda tener curvas nunca vuelve atrás, en la que nada se repite, en la que todo es evolución progreso, unas veces más rápido y otras más lento. -Dijo Caminante.
-Si pero a mí lo que más interesan son los ciclos.
-Dijo Lucía con entusiasmo juvenil.
-No seas tan impaciente. Comprender las cosas requiere serenidad y reflexión, y después vienen la intuición y las respuestas naturales. Sigamos. La visión oriental dice que el Universo y la vida fluyen a base de círculos, de ciclos, que tras desarrollarse y alcanzar la plenitud, todo vuelve a su origen. Sin embargo, profundizando en esta visión se ve que cada ciclo no es exactamente igual que el anterior, que hay evolución, y esto es fundamental para la vida de cada ser humano, pues es cierto que nacemos de la Gran Madre y a Ella volvemos, pero nuestra vida consiste en diferentes etapas evolutivas dentro de ese ciclo vital. -Dijo Caminante.
-Si todo son ciclos, ¿por qué le das tanta importancia a las etapas de cada ciclo? -Preguntó Lucía.
-Porque vivimos siempre en el presente, y cada instante del presente es una etapa del ciclo vital. Por otra parte, cuando se deja atrás la juventud es necesario prepararse para la vuelta a nuestro origen, y ese prepararse significa aprender a aceptar todos los aspectos propios de la vejez, o si lo prefieres, aprender a aceptar el conjunto de los aspectos de la vida. Cuando dejes de ser joven lo entenderás mejor. -Dijo Caminante.
-¿Y cómo puedo entenderlo? -Preguntó Lucía.
-Observa a la Naturaleza, observa a tu cuerpo. La Tierra gira en torno al sol una vez al año. Durante el año hay cuatro estaciones, y tras cada una siempre viene la siguiente. Las plantas tienen su ciclo vital, los animales también, y tu cuerpo, que forma parte de todo eso, que se rige por las mismas leyes, pues también. Hay que aprender a comprender y a aceptar cada una de las etapas y como esas etapas forman parte del ciclo vital.
-Respondió Caminante.
-Voy entendiendo. -Dijo Lucía.
-Mira, todo el mundo sabe lo que acabo de explicarte, pero no se acepta. Realmente nos da miedo que nuestro ciclo vital acabe con la muerte, por eso no lo aceptamos, y por eso no aceptamos que volvemos a fundirnos con la Gran Madre de la que nacimos. -Dijo Caminante.
-¿Somos mortales o inmortales, tú qué opinas?
-Preguntó Lucía.
-Siempre he pensado que el miedo a la muerte ha dado lugar a multitud de creencias sobre lo que pasa tras la muerte del cuerpo. No tengo pruebas, nadie las tiene, existen creencias muy bien argumentadas y convicciones y fes muy sólidas. Yo por mi parte creo que nuestro ego muere con nuestro cuerpo, pero que la materia que forma nuestro cuerpo, nuestra energía, nuestra esencia, y puede que nuestra conciencia, son inmortales. Para mí, el problema es que nos identificamos con nuestro ego y no con todo lo demás. -Concluyó Caminante, y Lucía entendió que esa era la Gran Clave.
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