El Hombre, primero lucha contra la Naturaleza, y como no puede conseguir directamente de ella todo lo que desea, recurre a luchar contra los seres vivos, y sobre todo, contra los seres humanos, finalmente se ve inmerso en diversas luchas interiores.
En todas éstas luchas surgen las destrucciones, los daños, los sufrimientos, y tanto el vencido como el vencedor, quedan atados, cada uno a uno de los extremos de la cadena.
Quienes luchan lo hacen con la esperanza de tener más de lo que tienen, y luchan porque al no cultivar su mundo interior, con lo que son, con lo que tienen, y con lo que la Naturaleza y el Universo les dan, no tienen suficiente.
Entre quienes no luchan, unos se resignan, los otros aceptan y armonizan. Distinguir entre resignación y aceptación es un acto de libertad y de sabiduría.
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