El sabio no se decepciona porque no espera nada a cambio de lo que da y de lo que hace.
Lo que da y lo que hace, es llevado sólo por su naturaleza y por su espontáneidad.
El sabio confía en el Universo, en lo que le muestra su conciencia y sus intuiciones, y por ello no tiene creencias, y así no choca con la realidad, y no necesita ser salvado ni liberado.
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