Aquel que cultiva con dedicación su propio huerto, consigue frutos diferentes, pero para él son suficientes, y además, siempre quedan a disposición de quienes no los tienen.
Aquel que NO cultiva con dedicación sus propio huerto, siempre pretende que el mundo sea como él lo quiere, y luchando por ello, no consigue los frutos propios, y los frutos naturales de los demás le resultan insuficientes.
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