El Universo y la vida son movimiento, y todo movimiento crea ruidos. Pero muchos de éstos ruidos no los oímos y los llamamos silencios. En el caso de la Naturaleza, son muchos los ruidos que no oímos o bien los percibimos como sonidos agradables o que nos serenan, y los llamamos silencios.
El Hombre guarda silencio muchos razones: Por miedo a los que hacen mucho ruido. Por desprecio a los que hacen mucho ruido. Por falta de energía. Para conocer algo que les permita obtener algún beneficio. Para disfrutar y para aprender de la soledad. Para percibir, por receptividad. Los enseñan, sobre todo, en silencio, pues la verdader receptividad requiere del silencio.
Frente a los silencios humanos los ruidos humanos de todo lo que hacemos, de todas las luchas, de todas las quejas, de los derechos y justificaciones, de todas las exigencias, de todas la lamentaciones, de todas las esperanzas e ilusiones, de todas las promesas hechas y recibidas, de todas las opiniones y las emociones manifestadas. Demasiados ruidos artificiales para poder aprender, para poder comprender, para aceptar, para liberarnos, para armonizar con los ruidos naturales del Universo y de la Vida.
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