Cuando nos dedicamos a conseguir algún deseo, todo nuestro saber lo ponemos al servicio de conseguir ese deseo y además, no nos importan aquellos saberes a los que no les veamos alguna utilidad para conseguir nuestro deseo. A la hora de conseguir un deseo es frecuente, que además de los obstáculos, surjan problemas y cuestiones morales. Los problemas y las cuestiones morales dan lugar a un sinfín de complejidades, de opiniones, de debates, y eso requiere que le dediquemos todo el saber que podamos, y por ello no nos importen los demás saberes. De ésta manera no es posible la sabiduría, pues la sabiduría es un conocimiento y una aceptación de los aspectos básicos del conjunto de la realidad.
La creencia común es que la sabiduría consiste en tener muchos conocimientos sobre muchas cosas. Este tipo de conocimientos, en principio son necesarios para iniciar un camino hacia la sabiduría, pero si nuestro principal interés está en conseguir muchos de esos conocimientos, pronto éstos conocimientos se convertirán en un obstáculo para comprender y para aceptar la realidad de las cosas.
Aunque recibamos consejos, aunque reflexionemos sobre la sabiduría de los sabios, el uso que hagamos del saber depende de nosotros mismos. Tanto al final como al principio de todo el proceso que nos lleva a aumentar nuestra sabiduría estamos sólo nosotros mismos. En medio están los horizontes claros, los obstáculos, los caminos sencillos, y los atajos ilusionados.
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