martes, 28 de enero de 2020

DE LA SOCIEDAD A LA SOLEDAD




     El Hombre es un ser social, pero también es un ser espiritual. Su parte de ser social se alimenta sobre todo de su ego, de sus deseos, de sus miedos y del resto de sus emociones. Quienes se identifican exclusivamente o principalmente con su ego, esto les lleva a que lo social, las relaciones con los demás, sean lo más importante de sus vidas.

   Sobre esa base es sobre la que se han construido todas las civilizaciones y todos los valores dominantes de las mismas, así como la creencia de que la civilización es el marco normal, así como el más adecuado, para el desarrollo  humano, entendiendo por desarrollo  humano todo aquello que, según el propio Hombre, nos hace diferentes y superiores a los animales, o bien nos hace los hijos predilectos de los dioses, o incluso nos convierte en dioses, o al menos los legítimos dueños del Universo y de todo lo que existe en la Tierra.

   A esta etapa de dominio del ego también podríamos llamarla primaveral y veraniega debido a su carácter expansivo y de dominio. Pero esta etapa, de forma natural, lo cual quiere decir que de forma inevitable, da paso a la etapa otoñal e invernal, estapa en la que lo más adecuado, lo más armónico, es el mundo de la conciencia, el mundo espiritual, y este mundo requiere ir abandonando la creencias de que las relaciones con los demás son lo más importante, para ver que ahora lo más importante es la soledad serena, pues sólo en ella hay libertad, y por lo tanto, sólo en ella hay desarrollo espiritual. Sólo el desarrollo nos permite aceptar la vuelta la Gran Casa, es decir, la vuelta a nuestra Madre Tierra, al Universo, a lo Divino. 

  La vida es un ciclo natural, y toda vida completa es un ciclo natural completo. Toda vida es una evolución orientada a desarrollar todos los potenciales con los que cada individuo nació, orientada a aprender lo que no se sabe, y eso sólo se consigue cuando se aceptan por igual todas las etapas de la vida. Toda vida es un viaje de regreso a la Gran Casa, un viaje que sólo está completo cuando pasamos por todas las etapas y las aceptamos, pues esa aceptación es la que nos abre la puerta a la armonía, a la liberación, a la fusión con la Naturaleza, con el Universo, con lo Divino.  

  

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