lunes, 8 de mayo de 2017

LÍMITES


  Beatriz fue a ver a Merlín, y en un tono mitad frustración y mitad indignación, le dijo: 

  -Todo son límites. Los demás me ponen límites, la Naturaleza me pone límites, mis miedos, mis emociones, mis creencias, mi moralidad, mi inteligencia y mi cuerpo me ponen límites, y así no puedo conseguir lo que me gusta ni librarme de lo que me disgusta. ¿Podrías mandarme a un mundo sin límites?

  -Si te mando a un mundo en el que tú no tengas límites, te convertirías en una tirana y entonces impondrías a los demás unos límites que les resultarían insoportable. -Dijo Merlín. 

  -Yo sólo quiero librarme de mis límites, no imponer límites a los demás. -Protestó Beatriz.

  -Pero aunque no quieras se los impondrías. Si el mar no tuvieras límites ya no existiría la tierra emergida, si el bosque no tuviera límites no habría praderas ni sabanas, y ya ves lo que está haciendo el Hombre con la Naturaleza cada vez que consigue saltarse algunos límites que antes tenía. 
-Le dijo Merlín.

  Beatriz nunca había pensado en esto y guardó un silencio reflexivo, y Merlín continuó:

  -¿Te imaginas que la gente a la que conoces no tuviera límites? 

  -Eso sería el caos. -Respondió Beatriz. 

  -Sí, eso sería el caos. En la Naturaleza las diferentes fuerzas se ponen límites unas a otras, y también se ponen límites los seres vivos unos a otros, eso es el orden que permite la existencia de la enorme variedad de formas de vida, incluida la nuestra. -Dijo Merlín. 

   Beatriz continuó en silencio y Merlín concluyó:

  -En nuestra sociedad, cada individuo y cada grupo humano tiende al caos son sus deseos de expandirse, pero otros individuos y otros grupos ponen orden cuando se enfrentan a ellos, y aunque de vez en cuando triunfa el caos, el orden siempre vuelve, eso sí, tanto la expansión como la vuelta al orden siempre producen conflictos, tragedias, muertes, hambrunas y otras calamidades. Gracias a que la mayoría de los seres humanos aprende de todo esto que no es posible conseguir todo lo que se desea y deja de luchar por lo que le gustaría tener, los conflictos se reducen y con ello sus consecuencias destructivas.

  -¿Existe alguna forma de equilibrio permanente sin caos y sin vuelta al orden? -Preguntó Beatriz.

  -No. El Universo y la Naturaleza son dinámicos, y también lo son las conciencias humanas. El único equilibrio libre del sufrimiento que los humanos nos causamos los unos a los otros es la armonía con el fluir natural. -Respondió Merlín.

 -O sea, que tengo que aprender a vivir con límites. -Dijo Beatriz. 

 -Tienes que aprender a entender y a aceptar el fluir natural de las cosas en vez de perder tus energías en frustrantes y destructores intentos de controlarlas y hacer que sirvan a tus deseos. -Le dijo Merlín. Beatriz no estuvo de acuerdo, se aferró a sus deseos de lo que ella llamaba su libertad y a sus argumentos de que ella no quería imponer nada a nadie, y frustrada, se despidió de Merlín. 

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