viernes, 4 de octubre de 2019

BASES



   -¿Cuál es la primera base de la vida de las personas? -Preguntó una alumna. 

   -La visión que cada persona tenga sobre lo Divino. -Contestó el viejo profesor. 

  -Pero hay mucha gente que no cree en Dios, o que es agnóstica, y en cuanto a los creyentes, unos creen en religiones politeístas, otros en religiones monoteístas. -Replicó la misma alumna. 

  -Y te olvidas de otra visión, la de lo Divino como el Universo entero, como la energía que lo crea, lo mueve y lo ordena todo, el creador que es lo mismo que lo creado, uno de cuyos conceptos es el Tao, el cual no pone reglas de ningún tipo, y no premia ni castiga. -Dijo el viejo profesor. 

 -Bien, pero tantas creencias me confunden, y no veo de forma clara la relación entre las diversas creencias sobre lo Divino y el comportamiento de la gente. -Dijo la misma alumna.

  -Empecemos por los ateos y por esa variante del ateísmo que es el agnosticismo. Para estas personas sus vidas están determinadas por su NO creencia en lo Divino, o por su escepticismo al respecto. Sin una fuerza divina, creen que todo depende de las leyes físicas del Universo y de la naturaleza, de sus propios actos y actitudes, o del azar, así como de los actos y actitudes de los demás. Y como no siguen las normas de ninguna religión, lo que hacen es guiarse por normas morales, las cuales son muy parecidas a las de las religiones. Todo lo que hagan tiene como primera base ésta visión de las cosas, siendo las principales diferencias de comportamiento las que vengan determinadas por las diferentes tensiones entre sus deseos y sus convicciones morales. -Dijo el viejo profesor. 

  -En cuanto a la muerte, no me parece que los ateos tengan miedo que los creyentes. -Dijo la misma alumna.

  -Los ateos creen que es  inevitable y natural, y eso les da cierta capacidad de aceptación. Los creyentes no están seguros de si se salvarán o no, pero creer que se salvarán les da cierta capacidad de aceptación. Y en cuanto a los que creen en la reencarnación, esa creencia también les de cierta capacidad. Como ves, todos desarrollan cierta capacidad de aceptación, pero sólo cuando es plena pierden del todo el miedo a la muerte. -Dijo el viejo profesor.

 -Pero luego tenemos a los diferentes creyentes en las diferentes religiones, como hay tantas creencias, pues menudo lío a la hora de relacionar sus creencias y sus comportamientos. -Dijo otro alumno.

  -Verás, en realidad es muy sencillo. Todos los creyentes de las diversas religiones tienen en común el hecho de que piden ayuda a los dioses o a los diferentes conceptos de Dios para conseguir muchos de sus deseos, y a cambio se comprometen a obedecer unas normas morales, las cuales son bastante parecidas. En cuanto a su comportamiento, las diferencias están en la diferente intensidad de los deseos y en el diferente peso que la moralidad tiene en sus vidas. De esta manera, sus comportamientos tampoco son muy diferentes a los de los ateos. -Dijo el viejo profesor.

  -¿Y qué pasa con los creyentes en esa visión de lo Divino identificado con el Universo y que no pone normas morales, ni premia ni castiga? -Preguntó el mismo alumno. 

  -Tienen unos deseos, pero en vez de intentar conseguirlos buscan la manera de liberarse de ellos, o buscan la manera de armonizar con el fluir natural de las cosas. Su comportamiento estará determinado por el grado de tensión entre los deseos de los que aún no se han liberado y la energía que les impulsa hacia la liberación. Y es frecuente que sus comportamientos públicos no se diferencien mucho respecto a la mayoría de los ateos y de los creyentes. En todos los casos, lo que más determina los comportamientos no son las creencias, si no las tensión interiores. -Contestó el viejo profesor.

  -Y entonces ¿Cuál es la diferencia entre todos ellos? -Preguntó otro alumno. 

  -Su nivel de conciencia, su mundo interior, pues en él cada uno tiene sus propias y particulares tensiones, y por supuesto, las diferentes posibilidades que se el presentan a cada uno. Y dejo que seáis vosotros los que penséis en esas posibilidades. -Concluyó el viejo profesor. 

  Al día siguiente, al comenzar la clase, un alumno dijo: 

  -Supongo que la segunda base de la vida de las personas es su conciencia, ¿No? 

  -Sí, la conciencia es la que determina no solamente el tipo de creencias, sino también la mayor o menor fuerza de las creencias en el individuo. La conciencia es también la que tiene la capacidad de comprender profundamente y de que el individuo viva de acuerdo con lo comprendido, y la conciencia es la que tiene la capacidad para que armonicemos y para que nos liberemos. En cambio, la salvación depende del comportamiento moral y de la obediencia a los dioses salvadores. En cuanto a la reencarnación, depende sobre todo de la moralidad.-Contestó el viejo profesor.

  -¿Y como se puede elevar la conciencia? -Preguntó el mismo alumno. 

  -Hay tres maneras: Por la propia evolución del Universo, el decir, por el ritmo del Tao. Por las tensiones interiores pues esas tensiones necesitan ser resueltas y esa necesidad crea una energía que acaba produciendo elevaciones de la conciencia. Y la tercera es por la vía espiritual y sus diferentes caminos prácticas, en todos los cuales se produce una tensión entre el interior del individuo y el mundo exterior. -Contestó el viejo profesor. 

  -¿Y qué papel cumple el espíritu? -Preguntó una alumna. 

  -El espíritu es la esencia y la energía de lo Divino, del Tao, es la fuerza animadora de la vida, es la energía que nos impulsa a buscar la comprensión profunda, la armonía, la liberación, y a buscar la fusión con lo Divino, con el Tao. -Respondió el viejo profesor. 

  -Pero todo estos son creencias, tus creencias, y tu dices que hay que liberarse de las creencias. Me parece que te contradices, profesor. -Dijo la misma alumna. 

  -Verás, para la mayoría de la gente sus creencias son la única explicación verdadera de todo. Para otras personas, sus creencias son algo sin lo que no sabrían vivir o vivirían muy desequilibrados. Para otros no hay verdad posible fuera de sus creencias, ni tampoco hay nada bueno en las creencias ajenas, con lo cual hay que combatir a los demás creyentes. Pero ese no es mi caso pues yo busco liberarme de mis creencias, y a mí, mis actuales creencias me permiten seguir un camino propio para liberarme de ellas. He descubierto que se puede cambiar una creencia por otra y a veces se hace con cierta facilidad, pero liberarse de las creencias es todo un proceso, y sólo es posible liberarse de las creencias a base de comprensión profunda: Allí donde llega la comprensión profunda desaparece toda creencia y nace la sabiduría, y esto se debe a que las creencias son ideas y pensamientos que creamos para poder explicarnos lo que no comprendemos. Así, yo no me contradigo, lo que ocurre es que aún no he alcanzado la comprensión profunda de muchas cosas y por lo tanto no me he liberado de muchas de mis creencias. Yo busca la armonía con el fluir natural, y ese flujo no tiene contracciones. Eso es todo. -Concluyó el viejo profesor. 

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