lunes, 12 de marzo de 2018

TENEMOS UNA VISIÓN DUALISTA ¿QUÉ CONSECUENCIAS TIENE?



    La visión dominante de nuestra sociedad es abrumadoramente dualista. Puede que creamos que la visión dualista y la no-dualista son cosas que sólo importan a unos pocos, cosas que no tienen importancia social pues están reducidas al mundo puramente abstracto y filosófico de unos poquitos. 

    Sin embargo, reflexionemos sobre lo siguiente: Los seres humanos tenemos deseos y creencias diferentes, si este hecho lo mezclamos con la visión dualista, nos encontramos con que todo ser humano queda dominado por el hecho de creer que sus deseos son los más legítimos, que sus creencias son las mejores, o las únicas verdaderas, y creerá que los diferentes y los contrarios están equivocados. Por más que el individuo se muestre tolerante con las creencias ajenas, y por más que dude respecto a las propias, en realidad creerá que sus creencias son de un blanco inmaculado y que las de los demás son puramente negras. 

   Así, cada ser humano creerá que tiene que combatir contra otros seres humanos para conseguir sus deseos o para imponer sus creencias. Y al hacerlo con una mente dualista, argumentará que él tiene la razón y que sus enemigos están equivocados, que él tiene el derecho y sus enemigos no, que él defiende una creencia verdadera y que sus enemigos luchan por imponer creencias falsas. 

   Como vemos, no estamos ante debates abstractos entre unos poquitos, sino ante los hechos que cotidianamente dominan nuestra sociedad, esos hechos que son noticia en los medios de comunicación, o que vemos a nuestro alrededor. 

   La mente dualista cree que estos problemas se deben a que el Mal, la inmoralidad, el odio, son muy fuertes, y cree que hay que luchar contra ellos, ya sea para ponerles unos límites, o bien para que en nuestra sociedad reine el Bien, la Bondad, el amor y la paz. 

   La guerra entre el Mal y el Bien es tan vieja como falsa, es una de las muchas ilusiones de la mente dualista, pues ni el Universo ni la Naturaleza se rigen por estos dos principios, y por lo tanto, tampoco forman parte de la verdadera esencia del Ser Humano.

    

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