domingo, 25 de marzo de 2018

EL MENSAJE Y EL MENSAJERO




    * Continuamente estamos recibiendo mensajes. A nosotros nos toca verlos e interpretarlos. Unos son verdaderos, otros son falsos, pero todos tienen la cualidad de que podemos aprender algo. 

* Todo mensaje lo trae un mensajero. Este mensajero puede ser cualquier aspecto del Universo, de la Naturaleza, un animal o un ser humano.

  * Tenemos muchas dificultades para separar al mensaje del mensajero, y la mayoría de las veces nos resulta imposible hacer esta separación. No sabemos ver la verdad desnuda, y por eso la vemos determinada por como es el mensajero.

   * Deberíamos ser muy conscientes de que los mensajes verdaderos y los falsos los puede traer cualquier mensajero.    




  Para empezar, nuestra mente es dualista, y prefiere lo bello y lo agradable, así como lo moral y lo afín a nuestras creencias, y debido a esto nos fijamos más y damos más credibilidad a los mensajes cuando el mensajero nos resulta bello o agradable, o cuando nos identificamos con él. Cuando el mensajero nos provoca rechazo tendemos a no creerle o a despreciar su mensaje. 

  Así, cuando el mensajero es una persona, el mensajero tiende a presentarse ante nosotros de forma que nos resulte agradable, de forma que podamos confiar en él, que nos identifiquemos con él. De esto saben muchísimo los políticos, los vendedores, los publicistas, los que saben seducir amorosamente, y aquellos que quieren presentarse como "Maestros espirituales". 

  Unas veces les creemos, les compramos sus productos, nos dejamos seducir, damos por buenas sus "verdades espirituales", y otras les vemos venir y les rechazamos. Es frecuente que les acusemos de hipócritas, de mentirosos, de inmorales, de embaucadores, etc. Y no somos conscientes de estas actitudes que criticamos se deben a toda las veces que los criticados han tenido éxito con sus estrategias de mensajeros creíbles, buenos, agradables, "sabios". 

   Existen personas con mucho carisma, es decir, personas que tienen un talento y una energía innatos para halagarnos, para seducirnos, personas con aparentes comportamientos "elevados", personas en las que vemos mucha "energía positiva", y creemos que estas características demuestran que son portadores de la VERDAD. Quien admira a estas personas carismáticas se debe a que valora más la dirección, la ayuda y la protección de un líder, de un héroe, de un salvador, que encontrar la verdad y ser autosuficiente para seguirla por sí mismo. 

   Cuando el mensajero no es carismático, cuando es honesto, cuando no persigue ningún fin oculto, ni egoísta ni vanidoso, entonces se produce lo que podríamos llamar "la ley del espejo": Unas veces rechazamos y otras aceptamos como buenos sus mensajes. Los rechazamos porque no nos vemos reflejados en el mensajero, porque sus verdades no son nuestras verdades, porque sus visiones de las cosas no son las nuestras. Los aceptamos porque las verdades y lo bueno que vemos en el mensajero es algo que también nosotros creemos que llevamos dentro. Por lo tanto, si el mensajero nos defrauda es porque nuestra admiración nos cegó y no fuimos capaces de verlo al completo, o porque lo que nosotros llevamos dentro no es todo lo bueno que creíamos que era. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario