Puede que separemos nuestra vida cotidiana de nuestra vida espiritual, y puede que creamos que son diferentes vidas. Puede que en lo cotidiano veamos lo secundario, incluso lo inferior, los lastres, los obstáculos, y en lo espiritual veamos lo alado, lo sabio, lo profundo y lo elevado. Sin embargo, ambas vidas por igual es a donde nos ha llevado nuestro nivel de conciencia. De ésta manera forman un todo inseparales donde ambas vidas se complementan.
Otra cosa es como vivimos de cara a los demás, pues para no imponerles nada, y sobre todo para defender nuestra espiritualidad y nuestra libertad de sus desprecios, incomprensiones, e incluso de sus ataques, puede que les ocultemos muchos aspectos de nuestra espiritualidad y sólo les mostremos nuestra vida cotidiana, o les hablemos en el lenguaje que entiendan.
Mientras no nos creamos mejores o superiores a los demás, sea lo que sea lo que les mostremos, los que se muestren receptivos percibirán nuestra espiritualidad, los demás se afirmarán en sus visiones previas.
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