Al Hombre lo derrotan sus propias luchas.
El combatiente derrotado,
de la esperanza de alcanzar la victoria,
se vuelve esclavo,
e intenta someter a todo lo alado.
A quien se siente vencedor,
la derrota se la traen los apegos,
y las defensas de lo logrado.
Porque comprende no lucha,
y así se libera el sabio.
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