Tanto los creyentes como los escépticos, encuentran argumentos para todo,
y para todo los usan como lanza y como escudo.
Pero en sus argumentos nunca encuentran,
ni lo que les libera, ni lo que les resulta suficiente.
De las emociones nacen las ilusiones, y de ambas se nutren las creencias.
Los argumentos nacen de la razón y de la inteligencia.
Lo que nos libera y nos resulta suficiente, nace de las intuiciones y de la conciencia.
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