martes, 1 de agosto de 2017

LOS DEMÁS Y UNO MISMO


    Una de las formas de ver la sociedad en la que vivimos es la de las relaciones del individuo con los demás, consigo mismo y con la Naturaleza. 

  Nuestra sociedad está basada exclusivamente en las relaciones del individuo con los demás, y esto es así porque para la gran mayoría de los individuos lo más importante son sus relaciones con los demás, despreciando las relaciones con la Naturaleza y olvidando sou mundo interior, o reduciendo ese mundo solamente a las emociones y a la moralidad. 

    En esta mayoría se dan las siguientes tres grandes actitudes, mezclándose frecuentemente en el individuo dos, o incluso las tres actitudes.

   * Los que ven las relaciones con los demás como una manera de aprovecharse de ellas para conseguir sus deseos, los cuales pueden ser muy variados. 

  * Los que intentan salvar a los demás. Aquí nos encontramos con el prototipo del santo en las personas religiosas, con el prototipo del héroe en las personas que siguen alguna ideología política, y con el prototipo del buen samaritano en las personas que practican diferentes tipos de caridad, siendo hoy día la de mayor prestigio la que se practica a través de las ONGs. 

 * Las personas para las que lo más importante son las relaciones afectivas,  ya se trate de la familia, de las relaciones de pareja, o de los diferentes grados de la amistad. 

    Los aprovechados a veces tienen éxito y a veces fracasan. Si tienen éxito se sienten contentos y siguen practicando la misma estrategia, si fracasan se frustran, pero no desisten y buscan otras estrategias. Sin embargo, nunca son libres, pues están atados a sus deseos y a todo lo que tienen que hacer para conseguirlos. 

  Los salvadores, aunque casi siempre se sienten satisfechos de su propia bondad y se consideran moralmente superiores a la media, se encuentran casi siempre frustrados pues no só no consiguen sus ideales, sino que consideran a la mayoría de la gente como unos aprovechados o como unos ciegos que persisten en su ceguera. Además, son esclavos de sus creencias moralistas y bondadosas, así como de lo que tienen que hacer para salvar a los demás. 

  Para quienes lo más importante son las relaciones afectivas, unas veces se sienten satisfechos, pero pronto aparecen nubarrones e incluso tormentas en esas relaciones, y también sufren decepciones y abandonos. Estas personas se esclavizan a sus deseos de sentirse amados y a lo que tienen que hacer para que los demás les amen. 

   El individuo que sigue un camino espiritual sabe que tiene que centrarse en su mundo interior, en su libertad interior, y para algunos también en buscar la armonía con la Naturaleza, y pronto entiende que para ello tiene que liberarse de las presiones de la sociedad, de sus dependencia emocionales, curar y cicatrizar las heridas que se ha sufrido en sus relaciones con los demás, e ir liberándose del peso que en él han tenido las tres actitudes anteriores, pues una vez estuvo dominado por alguna de ellas o por todas ellas. Todo esto es un proceso de liberación, un parto que tiene una cara gozosa y una cara dolorosa, pero de todo parto nace un ser nuevo.



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