sábado, 12 de agosto de 2017
EL FRACASO DE LAS CREENCIAS, LA INSUFICIENCIA DE LAS CONCIENCIAS
Si observamos los problemas actuales de la Humanidad, no tenemos más remedios que entender que se deben al fracaso de las creencias y a la insuficiencia de las conciencias.
Las creencias han fracasado de las siguientes maneras. Todas las creencias actualmente dominantes o mayoritarias argumentan que pretenden solucionar los problemas, y cada una dice que sólo ella los puede solucionar, o que es la más eficaz para solucionarlos.
Sin embargo, estas creencias no sólo no son capaces de solucionar los problemas, sino que además son ellas las que los crean, tanto al intentar imponer sus soluciones y sus valores a toda la sociedad, a una sociedad tan variada y con creencias e intereses tan tan diferentes como la nuestra, como debido a los conflictos en los que entran con las demás creencias.
Los seguidores de cada una de estas creencias se defienden de todos los ataques, justifican moralmente todos sus actos, culpan a los demás de los problemas, y argumentan que las cosas se solucionarían si más gente tuviera su misma creencia. Sin embargo, cuando una creencia crece en número de seguidores comienza a expandirse, comienza a intentar imponer sus valores a las demás creencias y al resto de la sociedad, y comienza a entrar en conflicto con las demás creencias.
Otro fracaso de las creencias consiste en que son muy pocos aquellos de sus seguidores que son totalmente coherentes con los aspectos beneficiosos de esas creencias. La gran mayoría las malinterpreta, las distorsiona o no las comprende en toda su profundidad y amplitud. Aquí también estamos ante la insuficiencia de las conciencias.
Hay creencias que, por el hecho de ser minoritarias no crean problemas, y dentro de estas creencias hay unas pocas que contienen realmente un germen de solución para los problemas, pero estas pocas creencias han fracasado al no conseguir que la sociedad les haga caso. De nuevo estamos ante la insuficiencia de las conciencias.
Hay individuos que encuentran en una creencia religiosa, filosófica, moral, o en una ideología política, un sentido para sus vidas. El resto sólo las usa como una herramienta para combatir sus frustraciones, sus insatisfacciones, su soledad y sus miedos, o para alcanzar sus ambiciones, y entre los ambiciosos están siempre la gran mayoría de los dirigentes.
Para quienes hallan un sentido para sus vidas podría decirse que las creencias no fracasan del todo, ya que hacen que la vida de estos creyentes sea mejor, y que incluso ayuden a quienes están a su lado a que sus vidas sean mejores, pero este tipo de creyente no es consciente de que pese a su coherencia, a su honestidad y a sus buenas intenciones, está engrosando una creencia, la está dando energía, y por lo tanto, está contribuyendo a los problemas que esa creencia crea. Aquí nos encontramos también con la insuficiencia de las conciencias.
Hay quienes no se identifican con ninguna creencia de tipo religioso, filosófico, moral o político. Estas personas pueden seguir caminos muy diferentes, pero si se centran en elevar su conciencia y en valorar su libertad interior por encima de los valores y comportamientos dominantes de nuestra sociedad, no crearán ninguno de los actuales problemas, ni contribuirán a ellos, y siempre tendrán la posibilidad de desarrollarse interiormente y de sentirse plenos y libres.
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