Pagamos siempre un precio, a veces diferente y a veces el mismo, para poder conseguir aquello que necesitamos, aquello que deseamos, para poder desarrollar nuestros potenciales naturales, para vivir según nuestras creencias y según nuestros niveles de conciencia. En suma, por vivir pagamos siempre unos precios.
Todo el mundo está siempre regateando con la vida para poder pagar el precio más barato, y si puede ser para no tener que pagar ninguno, y para ello se recurre a muchos medios. El inteligente, el astuto, el listo, cree que está pagando precios más bajos que los demás, pero cuanto mayor es esa creencia más se va encandenando a lo que consigue.
Quienes se sienten víctimas creen que están pagando un precio má caro que los demás y también creen que la vida, la sociedad, los demás, son injustos con ellos. Pero también hay víctimas que creen que están pagando un alto precio solamente por su propia culpa. Las víctimas, sea cual sea el precio que estén pagando, sea cual sea su creencias, viven siempre encadenados a su victimismo.
Los sabios, en cada situación aceptan pagar el precio necesario, y distinguen claramente que hay precios que esclavizan y precios que liberan. Así, para liberarnos tenemos que empezar por distinguir entre cuales las consecuencias de cada precio que pagamos, y esa distinción tenemos que hacerla nosotros mismos, no aprenderemos a hacerla por más que prestemos atención a las sabidurías de los sabios. Se aprende viviendo, se aprende pagando. Así aprenden los sabios.
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