miércoles, 14 de febrero de 2018

TOMAR CONCIENCIA DE NUESTRO CUERPO


   Tenemos más conciencia de nuestro cuerpo que de la Naturaleza, pues lo tenemos más cerca, y está más directamente relacionado con nuestra mente, con nuestras emociones y valores morales. ¡Hay que ver como la moral cristiana relaciona los deseos del cuerpo con la moralidad, y como todavía no nos hemos liberado de esa moralidad! 
Además, solemos confundir el hedonismo con la libertad, y así sustituimos las cadenas de la moralidad cristiana por las cadenas de los deseos de placeres sensuales. 

   Pese a que tenemos más conciencia de como nos afectan las diferentes partes de nuestro cuerpo, seguimos viéndonos como separados de él, pues no nos identificamos con él, sino con nuestra mente, con nuestras emociones, creencias y valores morales, es decir, con nuestro ego, y consideramos que estos aspectos son superiores a nuestro cuerpo. 

   Pero lo más importante es que entramos en conflicto entre nuestros deseos y las limitaciones que nuestro cuerpo nos produce debido a sus necesidades, a sus enfermedades, a sus capacidades, o a la tiranía de sus adicciones. Frustrados porque nuestro cuerpo nos impide conseguir determinados deseos, buscamos otras fuentes de placer, y nos convertimos en sus esclavos. 

  Queremos que nuestro cuerpo esté sano, que no sienta dolor, pues creemos que eso no sólo nos permitirá gozar de placeres y satisfacciones, sino que también nos permitirá prolongar la vida y, por lo tanto, mantener alejada a la muerte, y que eso nos permitirá hacer cosas que nos causan grandes satisfacciones. Pero mantener a nuestro cuerpo sano muchas veces implica que no podemos disfrutar de determinados placeres, que hemos de realizar determinados sacrificios y esfuerzos.

   La lucha entre salud y placeres domina una gran parte de nuestra vida, y esto nos impide sentirnos Uno con nuestro cuerpo. Luchamos contra él o queremos que nos sirva, y de esta manera, no aceptamos el cuerpo que tenemos, no vivimos en armonía con él, y así las relaciones que mantenemos con nuestro cuerpo muchas veces son una de nuestras principales causas de sufrimiento, tanto cuando no conseguimos los placeres que buscamos, como cuando sufrimos problemas de salud. 

   Pero todo esto es también una buena escuela para aprender a comprender las relaciones entre las cosas, para comprendernos a nosotros mismos, para aprender a superar obstáculos, para avanzar en nuestro camino espiritual hacia el equilibrio, hacia la armonía y hacia la liberación. 

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