domingo, 4 de febrero de 2018

SOMOS SERES MORALES


   La evolución nos ha hecho seres sociales, y para vivir en sociedad necesitamos ser seres morales, y la evolución también nos ha dotado de una moralidad natural, y eso podemos verlo en nuestros sentimientos compasivos hacia quienes sufren, o en la ternura que nos despiertan los niños, o en el respeto que sentimos por los demás.

     Esta moralidad natural no tiene al Mal como enemigo, sino que sólo se ve limitada por los deseos de conseguir determinadas cosas y por los deseos de que las cosas sean como queremos que sean.

   La moralidad natural se ve interferida también por las creencias y por la moralidad. Y no se nos exigen actos morales de respeto y de ayuda a los necesitados, sino que también se nos exigen sentimientos y pensamientos amorosos hacia ellos, y se nos exigen como si pudiéramos controlar a voluntad esos sentimientos y esos pensamientos.

   La visión moralista de las cosas es una visión dualista en la cual los conceptos dominantes y antagónicos son el Bien y el Mal, los cuales son presentados como entes o como energías. Sobre estos dos conceptos se ha dicho y se ha escrito muchísimo, y cada creencia los entiende de una manera diferente. 

  Sin embargo, en la práctica, la realidad nos muestra que para la gran mayoría de las personas, el Bien es aquello que le ayuda a conseguir sus deseos o se los concede, y el Mal es aquello que le pone obstáculos para conseguir lo deseado o que se lo impide. 

   Debido a que la moral está íntimamente relacionada con el mundo de los deseos de que las cosas sean como las deseamos, la moralidad creada por la civilización, por la cultura y por las creencias es un artificio, y lo es porque no respeta el natural fluir de las cosas, sino que intenta forzar ese fluir, y como todo artificio, es un obstáculo a la hora de comprender la realidad última de las cosas, para que podamos armonizar, para que podamos alcanzar la conciencia de que somos Uno con el Todo. 


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