La información, unas veces es un reflejo fiel de la realidad, otras veces contiene insuficiencias y errores. Por otra parte, en todos los casos el informador pretende conseguir unos objetivos, y así, también pretende provocar en el receptor unas emociones, unos pensamientos y unos comportamientos.
Por otra parte, las informaciones se mezclan en el receptor de forma variable con sus situaciones personales y con sus creencias particulares.
Con frecuencia, tanto el informador como el receptor entran en dinámicas de acusaciones y de justificaciones, lo cual dificulta mucho las comprensiones de la realidad y de la información.
Todo ésto requiere dos grandes actitudes por parte del receptor:
*Cierto grado de escepticismo.
*Confianza en sus intuiciones
y en lo que le muestra la conciencia.
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