Existen muchos tipos de deseos. Para conseguir cada deseo existen al menos dos medios. Para todo deseo y para todo medio usado, existen multitud de argumentos y de justificaciones.
Uno de los medios usados para conseguir un deseo es el uso de la fuerza. si quien recurre a la fuerza tiene éxito, seguirá usándola, y sólo otra fuerza mayor podrá frenarle, pues ante el éxito, los argumentos en contra sirven de muy poco.
El diálogo siempre es cosa de dos o de más partes, y sólo se recurre a él cuando todas las partes creen que es el mejor medio para conseguir lo deseado.
Cuando se producen los conflictos y se recurre al uso de la fuerza, vence el que es más fuerte o más hábil a la hora de usarla. Cuando para solucionar un conflicto se recurre al diálogo, vence que es más hábil a la hora de usar la palabra. Es decir, la cuestión siempre se centra en la fuerza y en la habilidad, con lo cual la justicia, la razón, y otras consideraciones quedan en segundo término, o bien se convierten en parte de la habilidad en el uso de las palabras.
Debido a nuestro miedo a las consecuencias mortales, destructivas y dolorosas del uso de la fuerza, y también debido a nuestra compasión por las víctimas del uso de la fuerza, solemos creer que es mejor recurrir al diálogo que a la fuerza, pero la realidad del Ser Humano nos sigue mostrando que son muchas las personas que optan por el uso de la fuerza para conseguir sus deseos. Y deberíamos pensar que si optan por el uso de la fuerza es porque este medio frecuentemente tiene éxito. Y así nos queda una pregunta clave: ¿Por qué el uso de la fuerza sigue teniendo éxito?.
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