Casi nadie soporta un día entero de realidad, y con frecuencia, la única forma de conseguir el placer que necesitamos para escapar de la realidad son las evasiones.
Placeres hay muchos, pero también son muchos los que no podemos conseguir, y otros exigen altos precios. Así, tenemos que aprender a bastarnos con los demás placeres, y para ello tenemos a nuestra disposición una serie de evasiones sencilla.
Éstas evasiones pueden parecernos estériles, superficiales, banales, puras distracciones de las cosas que creemos importantes, sin embargo, nos aportan descanso, serenidad, alegría, y éstas cosas son muy necesarias para recuperar energías, para liberarnos de las agitaciones, para reducir nuestra insatisfacción y nuestro dolor, y de ésta manera poder seguir nuestro camino hacia nuestro horizonte. Las evasiones placenteras son un alto en el camino, alto que nos permite reflexionar sobre ese camino y rectificar lo que sea necesario.
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