El mentiroso y el crédulo.
El que promete y el esperanzado.
El que compra y el que vende.
El que da y el que pide.
El hérore y el que quiere ser salvado.
El poderoso y el sometido.
Se puede hablar muchísimo sobre las características de cada una de éstas dependencias, sobre por qué se depende de cada una de ellas, y también sobre maneras concretas de liberarse de cada una éstas dependencias. Sin embargo, frente a todas éstas palabra y argumentos, está el hecho de que nuestras dependencias surgen de nuestra escasa aceptación del flujo natural de las cosas. Por todo ésto, la liberarción sólo puede comenzar en la medida en la que vayamos aumentando nuestro grado de aceptación del flujo natural de las cosas. Ahora bien, tenemos serias dificultades para ser capaces de aumentar nuestra aceptación. Frente a estas dificultades surgen varios caminos, y cada cual escoge el que le parece mejor, y cuada cual camina por él como sabe y como puede. No existen las grandes fórmulas ni los grandes remedios, ni nuevos descubrimientos o nuevos medios que hagan las cosas más fáciles, existen los pasos y las comprensiones cotidianos.
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