Mientras nuestras formas de vida y nuestras creencias nos permiten conseguir ciertos placeres y satisfacciones, y nos permiten escapar a ciertas situaciones dolorosas, seguimos viviendo conforme a esas formas de vida y conforme a esas creencias, y sólo cambiamos cuando llegan las crisis.
Cuando perdemos algo que nos produce placeres y satisfacciones a los que valoramos mucho, o cuando perdemos a algún ser querido, o cuando no nos aman aquellos cuyo amor valoramos mucho, o bien cuando aquello en lo que creemos y aquella forma que tenemos de vivir choca dolorosamente con la realidad que nos rodea, en éstas situaciones se produce en nosotros una crisis.
En la primera etapa de una crisis, lo viejo ya no nos sirve y lo nuevo todavía no ha llegado. Éste es el momento más duro, de tal manera, que algunas personas no salen de ésta primera etapa o bien les cuesta mucho tiempo y esfuerzo.
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