En nuestra vida personal nos encontramos con diferentes tipos de personas. Unas nos son impuestas por nuestras necesidades de ganarnos la vida, otras por la familia de la que formamos parte, y otras las escogemos libremente.
Muchas de estas personas no tienen intención de ejercer sobre nosotros ningún tipo de control, para ellas lo importante es nuestra compañía, la afinidad y simpatía que sienten por nosotros, la confianza que pueden tener en nosotros, y los afectos y ayudas mutuas libre y amorosamente dadas.
Pero siempre hay personas que sí quieren ejercer algún control sobre nosotros. El control que quieren ejercer puede ser sobre aspectos muy diversos de nuestra persona y puede tener una mayor o menor intensidad.
El controlador está dominado por el deseo y pone su inteligencia y sus energías en conseguir lo que desea, y esto le lleva a recurrir a muchas tácticas y estrategias, todas las cuales se centrarán en cuales son nuestras creencias, nuestros deseos y necesidades, sobre todo en lo relativo a nuestra necesidad de sentirnos amados y a nuestra necesidad de amar, así como en nuestra vanidad.
Puede que no descubramos estas tácticas y estrategias, o puede que sí, pero esto no es lo que importa, el control que consiga ejercer sobre nosotros realmente no dependerá de sus capacidades manipuladoras, sino de nuestro grado de dependencia de nuestras creencias, deseos y necesidades de sentirnos amados y de amar, así como de la fuerza de nuestra vanidad.
No será con nuestra capacidad para descubrir sus tácticas y estrategias con lo que nos liberaremos de su control, sino con nuestra capacidad para sentirnos satisfechos con nuestra libertad, con nuestro mundo interior, con el cultivo de nuestros potenciales naturales, con las relaciones con las personas afines a nosotros y con las las personas que sienten afecto y simpatía sinceros por nosotros.
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