viernes, 17 de agosto de 2018

DERECHOS Y MEDIO AMBIENTE

   Las esperanzas  y los deseos transformados en derechos.

     El medio ambiente que los los deseos, las esperanzas y los derechos están creando. 
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    En nuestra sociedad, las ideologías y las fuerzas sociales y políticas que mantienen cierta actitud crítica contra los poderosos, son las principales defensoras de los derechos de los ciudadanos. Esta defensa de los derechos ciudadanos nació y se desarrolló como el medio más importante para poder luchar contra los abusos y las injusticias cometidas por los poderosos, como una lucha por la dignidad moral del Hombre, y como una lucha contra la pobreza, pero también como parte de la creencia de que la felicidad era lo más importante.

   Vivimos en una cultura de los derechos. Es una creencia incuestionable que estos derechos son imprescindibles para que el ciudadano pueda alcanzar el bien más preciado de todos, la felicidad. La cultura de los derechos ha sido convertida hábilmente por los poderosos es un estímulo más para aumentar el consumo de bienes materiales y de placeres sensuales. El ciudadano, imbuido por la cultura de los derechos, cree que entre sus derechos está el de poder consumir las mismas cosas que cualquier otro ciudadano. Esto es moralmente justo, pero tiene enormes consecuencias negativas para el medio ambiente. Deberíamos entender la diferencia entre la justicia y la igualdad de derechos por un lado, y por el otro el hecho de que la cultura de los derechos esté fomentando el consumo masivo.

  Nuestra sociedad tiene hambre de consumo y la población no para de crecer. La suma de estos dos factores es la raíz, la causa principal, de los diversos tipos de contaminación, de los daños a la naturaleza, y de los desequilibrios medioambientales, y nadie parece ser consciente de la relación que existe entre la búsqueda de la felicidad a través del consumo y la destrucción medioambiental, y por lo tanto, las medidas que se ponen para frenar la destrucción y los desequilibrios medioambientales resultan totalmente insuficientes y la contaminación crece, y la destrucción y los desequilibrios aumentan. 

   Ni los ecologistas ni los críticos con los poderosos están haciendo campañas decididas ni en pro de la reducción del consumo, ni de la reducción de la natalidad como medio para frenar el crecimiento demográfico. Los ecologistas están centrados en la reducción del consumo energético y en el desarrollo de energías "limpias"; en que la producción y el transporte utilicen los medios lo menos contaminantes posible; y en la protección de los espacios naturales y de las especies en peligro de extinción. En cuanto a las fuerzas críticas con los poderosos, sus críticas y sus propuestas tienen como único objetivo un reparto más equitativo de la riqueza.

  Sin embargo, ni los ecologistas ni las fuerzas críticas, son conscientes de que mientras el consumo y la población no disminuyan, por muchas energías y métodos limpios que se utilicen, y por más que aumente el reparto equitativo de la riqueza, la destrucción medioambiental continuará. 

   Por otra parte, la disminución del consumo y de la población tendría grandes consecuencias económicas y por lo tanto sociales: Una disminución del consumo significaría una disminución de la producción, es decir, de la actividad económica, lo que haría disminuir los beneficios de las empresas y haría crecer el desempleos y bajar los sueldos. 

   La disminución de la natalidad provocaría un "envejecimiento" de la población, es decir, el aumento del porcentaje de los jubilados que tendrían que vivir a costa de una población activa cada vez más pequeña. 

   Estos cambios económicos y sociales exigirían crear un nuevo modelo de sociedad que pudiera atender a las necesidades de toda la población, pero ese nuevo modelo no aparece por ninguna parte, ni los ecologistas ni las fuerzas críticas con los poderosos lo están desarrollando ni figura entre sus planes, y no parece haber otras fuerzas capaces de desarrollarlo. Es decir, la sociedad está bloqueada, y al individuo sólo le queda como posibilidad de desbloqueo y de liberación, la vida sencilla, las alegrías no consumistas, y su mundo interior.


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