Toda la sabiduría espiritual y no espiritual ya está escrita desde hace muchos siglos. El individuo cuando nace no es un libro en blanco, pero cada individuo nace con un libro en blanco bajo el brazo, un libro para que el propio individuo lo escriba, es el libro de su vida.
En ese libro el individuo podrá escribir siempre cosas nuevas, tales como las relaciones del propio individuo con la sabiduría, con el Misterio, con la Naturaleza, con lo trascendente, con su propio interior y con quienes le rodean. Son cosas nuevas, en primer lugar por el individuo las va descubriendo a medida que vive, y son cosas nuevas, porque esas relaciones son únicas, pues hay tantas relaciones como individuos.
Sin embargo, lo que al individuo le preocupa, lo que desea, lo que teme y con lo que sueña, antes que él ya lo escribieron otros y puede encontrarse en las bibliotecas y en las librerías. Sin embargo, todos los escritos ajenos que el individuo lee tienen siempre el poder de provocar en él la reflexión y el poder de descubrir nuevos puntos sobre los que poner la atención, nuevas reflexiones sobre las que escribir en su propio libro en blanco.
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DENTRO, MUY DENTRO
Donde descansamos de los afanes y de las agitaciones,
y donde nos protegemos de desprecios e incomprensiones.
Donde no llegan las miradas inquisitivas de los demás,
allí, donde nuestras albas se crean y nos despiertan.
Donde las palabras no nacen y el tiempo se para,
quietud donde sólo la plenitud habla.
Donde las preguntas sobre lo que no comprendemos,
las responde el águila de la intuición con su ojo certero.
Donde nacen las alas para nuestra libertad,
la receptividad para nuestra sabiduría,
la aceptación para nuestra armonía,
allí, en el Reino de nuestra serena soledad.
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